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Héctor Gagliardi: Instinto de Pueblo
Por las Calles del Recuerdo – ¡Lo Popular! por Homero Manzi
Héctor Gagliardi: Instinto de Pueblo

¡Lo Popular!
Alguna vez, alguien que sea dueño de fuerzas geniales, tendrá que realizar el ensayo de la influencia de lo popular en el destino de nuestra América, para recién entonces, poder tener nosotros la noción administrativa de lo que somos.

Esta pobre América que tenía su cultura y que estaba realizando, tal vez un dorado fracaso, su propia historia y a la que, de pronto, iluminados almirantes, reyes ecuménicos, sabios cardenales, duros guerreros, y empecinados catequistas ordenaron: ¡Cambia tu piel!, ¡Viste esta ropa!, ¡Ama a este Dios!, ¡Danza esta música!, ¡Vive esta historia!

Nuestra pobre América que comenzó a correr en una pista desconocida, detrás de metas ajenas, y cargando quince siglos de desventajas.

Nuestra pobre América que comenzó a tallar el cuerpo de Cristo cuando ya miles y miles de manos afiebrados por el arte y por la fe, habían perfeccionado la tarea en experiencias luminosas.

Nuestra pobre América que comenzó a rezar, cuando ya eran prehistoria, los viejos testamentos y cuando los evangelistas habían escrito su mensaje: cuando Homero había enhebrado su largo rosario de versos y cuando el Dante había cumplido su divino viaje.

Nuestra pobre América que comenzó su nueva industria cuando los toneles de Europa estaban transpasados de olorosos y antiguos alcoholes; cuando los telares estaban consagrados por las tramas sutiles y asombrosas: cuando la orfebrería podía enorgullecer su pasado con nombres de excepción; cuando verdaderos magos, seleccionando maderas, con cavidades y barnices, sabían armar instrumentos de maravillosa sonoridad; cuando la historia estaba llena de guerreros, el alma llena de místicos, el pensamiento lleno de filósofos, la belleza llena de artistas, y a ciencia llena de sabios.

Nuestra pobre América a la que parecía no corresponderle otro destino que el de la imitación irredenta.

No podíamos intentar nada nuestro. Todo estaba bien hecho. Todo está insuperablemente terminado.

  • ¿Para qué nuestra música?
  • ¿Para qué nuestros Dioses?
  • ¿Para qué nuestras telas?
  • ¿Para qué nuestra ciencia?
  • ¿Para qué nuestro vino?

Todo lo que cruzaba el mar era mejor y, cuando no teníamos salvación, apareció lo popular para salvarnos.

Instinto de pueblo. Creación de pueblo. Tenacidad de pueblo.

Lo popular no comparó lo malo con lo bueno.

Hacía lo malo y mientras lo hacía creaba el gusto necesario para no rechazar su propia factura y, ciegamente, inconscientemente, estoicamente, prestó su aceptación a lo que surgía de sí mismo y su repudio heroico a lo que venía desde lejos.

Mientras tanto, lo antipopular, es decir, lo culto, es decir, lo perfecto, rechazando todo lo propio y aceptando lo ajeno. Trataba esa esperanza de ser que es el destino triunfador de América.

Por eso yo, ante ese drama de ser hombre del mundo, de ser hombre de América, de ser hombre Argentino, me he impuesto la tarea de amar todo lo que nace del pueblo, todo lo que llega del pueblo, todo lo que escucha del pueblo.

Para prolongar este libro de Héctor Gagliardi, pienso en su autor y me pregunto:-¿Es un poeta? ¿Es un payador? ¿Es un cantor? No lo sé. Pero sé, eso sí, que el canta y que su pueblo lo escucha, mientras poetas nacidos de esta tierra, que no son de esta tierra, viven arrojando parvas versificadas con resonancias exóticas, al abismo sin eco de la cultura vanidosa que , para mayor desgracia, tiene, bajo la Cruz del Sur, el estigma trágico de la esterilidad.
Homero Manzi – Por las Calles del Recuerdo – Editorial Plus Ultra – 1981

Pelota de Trapo

Me conoció el empedrado
cubierta por una media
que despreciaba la dueña
por el talón remendado…
entre diarios arrollados
y un piolín almacenero
me consagró el uno a cero
en un barrio contra barrio…!

Tengo alma de cortada
y de baldío a la vez
me acunó el “aurredi-diez”
entre suelas destrozadas;
y soy de la muchachada
sabiendo que mi final
es un vidrio de arrabal
con la estrella dibujada…!

Soy la que nunca traiciona
al que me juegue descalzo
yo nunca le pico en falso
como mi hermana, de goma,
el sobrepique me toma
dormida sobre el empeine
y al cabeza que me peine
le dibujo una paloma…!

Al pibe que va de arquero
lo hago lucir enseguida
en sus manos extendidas
cuando se tira, me entrego
y si a escondidas lo veo
que anda achicando el arco
yo misma me voy de alto
cuando vengo de boleo…!

Cuando me siento cansada
mi refugio es la cuneta
donde caiga de coqueta
por sentirme acariciada
pues en forma delicada
me ablandan, como naranja,
y después vuelvo a la cancha
bien sequita y alargada…!

A veces la grifería
de los pibes en aumento
consiguen que un descontento
la llame a la Policía
y entonces, por culpa mía,
el vigilante ha venido,
y se termina el partido
por falta de garantías…!

Todos buscan de salvarse
escapando ligerito
de la prueba del delito
ninguno quiere acordarse
y yo los veo alejarse
abiertos en abanico
y avergonzada me achico
cuando lo oigo acercarse…

Me humilla con la mirada
y se detiene a mi lado
ni a tocarme se ha dignado
no me cuenta para nada
y su polaina lustrada
muestra el hiriente retrato
de una pelota de trapo
en la calle abandonada…!

La cuadra queda tranquila
y el vigilante se aleja
llevándome de una oreja
a su fortín de la esquina
y después me arroja encima
de algún camión cuando pasa
por eso no tengo casa
por ser de trapo, vecina…!

Por eso que humildemente
le pide perdón señora…
esta humilde servidora
que la cansa diariamente
piense que soy inocente
si golpeo su ventana
y salga con otra cara
porque asusta francamente…!

Todo esto se lo explico
desde arriba del camión
donde va mi corazón
hecho todo a pedacitos
no lo festeje a los gritos
este viaje inmerecido
y piense que a su marido
lo entretuve cuando chico…!

Héctor Gagliardi – Por las Calles del Recuerdo

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