Tradiciones
Fecha de Publicación:
Luis Acosta García: Payador “Libertario”
Sobre temas de campo, hombres como Luis Acosta García estaban plenamente capacitados, porque lo habían vivido y recorrido
Luis Acosta García: Payador “Libertario”

Atahualpa Yupanqui rindió su homenaje, en una composición musical, a Luis Acosta García. Si bien su nombre no ha persistido específicamente como cultor de la payada, de instantánea improvisación, sus versos, de sentido social han perdurado.

Luis Acosta García: Un Payador “Libertario” de Cuello Palomita y Condecoraciones en el Pecho
Cierto anarquismo protestatario y romántico fue calificado- o autocalificado- a comienzos de siglo, de “libertario”. A esa posición responden payadores argentinos como Martin Castro y Luis Acosta García, y, en cierto sentido, el poeta Almafuerte (Pedro Bonifacio Palacios), que se autodenominaba “el cantor de la chusma”.

En un folleto en el que se reproducen versos de Luis Acosta García, con una foto del payador. En la curiosa foto está tocando la guitarra. Es un hombre joven que, contra todo lo previsible – y tal vez por razones de presencia en la actuación teatral- usa cuello palomita, tiene colgadas en el pecho unas curiosas medallas con cintas, a modo de condecoraciones, está pulsando una guitarra adornada con las cintas, a modo de condecoraciones, está pulsando una guitarra adornada con las cintas argentinas de estilo, tiene un rostro simpático y algo abstraído, muestra gran cabellera ondulada, con el vértice del pelo avanzado en mitad de una frente alta y anchurosa y aparenta poco más de veinte años de edad.

La vida de Luis Acosta García fue breve, no mucho más extensa que la de Carriego. En El arte de los payadores (Buenos Aires, 1959), Ismael Moya – devoto “payadorólogo- lo da como hombre de Coronel Dorrego (provincia de Buenos Aires), nacido en 1897 y tempranamente muerto en 1935, a los 38 años de edad. Acosta García- a estar a la información de Moya- “no había cumplido veinte años y ya gozaba de renombre en la campaña. A esta altura de la vida, muchos fueron los caminos que recorrió como resero, peón mensual, payador campesino, cantor de circo, artista de conjuntos liricos nativos”.

Cuando se trata de cantar sobre temas de campo, hombres como Luis Acosta García estaban plenamente capacitados, porque lo habían vivido y recorrido. “Hacia 1924- agrega Moya- se lo veía en unión de su esposa Estela y del payador Juan B. Fulginiti presentarse en los escenarios y ofrecer escenas criollas  muy aplaudidas. ¨Los últimos gauchos¨ se llamó el terceto, y lo animaron por pueblos y ciudades durante años, alternando la payada con el coloquio campero y el canto en general”.

La musicalización de algunas de sus obras hizo populares muchos de sus versos, como ¡Dios te salve, m´hijo!, drama del paisano que, por gritar un viva a favor de su caudillo, es acribillado a puñaladas por los de opinión contraria.

Atahualpa Yupanqui rindió su homenaje, en una composición musical, a Luis Acosta García. Si bien su nombre no ha persistido específicamente como cultor de la payada, de instantánea improvisación, sus versos, de sentido social han perdurado.

En su labor se nota una progresiva “culturización”, que encara metros diversos y significa un progreso en la factura de la obra, sin perder el fuego de sus rebeldías. Composición poco conocida, más ingenua, pero ya demostrativa del sentir del autor, es la que se publicó con la foto del “trovero”, que antes comentábamos. Está dedicada en elogio de los chacareros y sus sencillas esposas, y dice:

Por tus hombres ¡Patria!
“Yo soy aquel trovero que canto por los pueblos/ que estima a los obreros/ con todo el corazón. / Yo soy aquel hermano/ que en mis afectos canto/ por el cariño inmenso/ a su generación. / Obreros de mi suelo, / yo brindo por la chacra/ y la constancia eterna* que tiene el arador/ el que sembrando trigo/ con su nobleza sacra/ produce el pan amigo/ regador de sudor”.

“Yo adoro a esos hombres/ de manos encalladas/ que visten de bombachas/ y botas de montar;/ porque ellos son los héroes/ de todas las jornadas/ a fuerza de trabajo/ y a fuerza de luchar”.

“Esas mujeres fuertes/ de nuestros chacareros/ que no saben de polvos/ ni se saben pintar;/ son madres de los hombres/ más sanos y robustos/ porque no buscan ama/ cuando los quieres criar”.

“No son como las niñas/ de alcurnias elevadas/ que ignoran los deberes/ que tiene una mujer, / que crían a los hijos/ en manos de sirvientas/ y tienen, por la iglesia, / la cama sin tender”.

“Felices de esos hombres/ que tienen sus mujeres/ que no juegan al tenis/ y estiman el hogar; esos hombres no venden/ sus besos por vestidos/ ni por medias de seda/ a diez pesos el par”.

“En esos matrimonios/ jamás existe el celo, / como ella no se pinta/ no llama la atención/ y esa fealdad hermosa/ es quien la salva siempre que un día se enamore/ el hijo del patrón”.

“Esas mujeres feas/ producen muchos hijos/ porque ellas nunca matan/ al niño en el embrión/ y dando muchos hijos/ y dando muchos hijos/ y dando mucho trigo/ nos dan el adelanto/ de toda la

“Por eso yo les canto/ borracho de cariño, / el trino de los trigos, / cantar de mi cantar/ para esos hombres feos/ de manos encalladas/ y a la mujer que aumenta/ la Patria y el hogar”.
Todo es Historia – Febrero 1987 – Por León Benarós

Dios te Salve m’hijo

El pueblito estaba lleno, de personas forasteras,
los caudillos desplegaban lo más rudo de su acción,
arengando a los paisanos, de ganar las elecciones
por la plata, por la tumba, por el voto o el facón.
Y al instante que cruzaban desfilando los contrarios
un paisano gritó ¡viva! y al caudillo mencionó;
y los otros respondieron, sepultando sus puñales
en el cuerpo valeroso del paisano que gritó.

Un viejito lentamente, se quitó el sombrero negro;
estiró las piernas tibias del paisano que cayó,
lo besó con toda su alma, puso un cristo entre sus dedos
y goteando lagrimones, entre dientes murmuró:
«Pobre m’hijo quién diría que por noble y por valiente
pagaría con su vida el sostén de una opinión,
por no hacerme caso, m’hijo: se lo dije tantas veces…
no haga juicio a los discursos del Doctor ni del patrón.

Hace frío, ¿verdad, m’hijo? (ya se está poniendo duro)
tápese con este poncho y pa’ siempre yebelo;
es el mesmo poncho pampa, que en su cuna cuando chico
muchas veces, hijo mío… muchas veces lo tapó.
Yo, viá dir al campo santo, y a la par de su agüelita,
con su daga y con mis uñas una fosa voy a abrir,
y, a su pobre madrecita, a su pobre madrecita,
le dirá que usted se ha ido… que muy pronto va a venir.

A las doce de la noche, llegó el viejo a su ranchito
y con mucho disimulo a su vieja acarició:
y le dijo tiernamente: su cachorro se ha ido lejos,
se arregló con una tropa; ¡le di el poncho y me besó!
Y aura vieja por las dudas, como el viaje es algo largo
priéndale unas cuantas velas, por si acaso nada más,
arrodiyesé y le reza… pa’ que Dios no lo abandone…
y suplique por las almas… que precisan luz y paz.

Tango – 1933
Música: Pedro Noda / Agustín Magaldi
Letra: Luis Acosta García

Cantor del Sur

Anduvo de pago en pago, y en ninguno se quedó
Forastero en todas partes, destino de trovador
Un día le pidió al viento que lo hiciera payador
Y el viejo viento surero los secretos le enseñó

Y le llenó la guitarra de cantos en mi menor

Bajo el ombú solitario como un gaucho meditó
Probó su voz en la Cifra, el Rasguido se encendió
En la Milonga Surera serios asuntos trató
Y alzando poncho y viguela de su rancho se alejó
Y anduvo de pago en pago, y en ninguno se quedó

Le fue creciendo la fama de Dorrego a Realicó
De Bahía a Santa Rosa, del Bragado al Pehuajo
Paso por el Pergamino, allá por el veintidó
Cruzo la tierra entrerriana con rumbo al Huayquillaro
Tal vez pa pitarse un chala bajo los ceibos en flor
Y anduvo de pago en pago, y en ninguno se quedó

Tanto torearlo al destino, el destino lo pialó
Volvía buscando pampa, como vuelve un trovador
Contemplando las gramillas, por esos campos de Dios
Volvía buscando pampa, como vuelve un trovador
Rico de lindas riquezas: guitarra, amigos, canción
En la mitad del camino se le cansó el corazón
Y entró de golpe al silencio, y el silencio lo tapó
Lo mentaron algún tiempo el Peón, el Estibador
El Hombre de Siete Oficios, los paisanos del Frontón
Y como la vida tiene su ley y su sinrazón
Le fue llegando el olvido, y el olvido lo tapó

Don Luis Acosta García se llamaba el payador
Hombre nacido en Dorrego y que mucho trajinó
Hombre de lindas riquezas: guitarra, amigos, canción
Don Luis Acosta García, lindo nombre pa un cantor
Que anduvo de pago en pago y en ninguno se quedó

Fuente: Musixmatch
Compositores: Atahualpa Yupanqui

Temas
Comentarios
Semblanzas
Madres y Padres de la Patria

Madres y Padres de la Patria

La cuestión se planteó con la madre. La "Madre Patria" que nos dio la lengua -como si antes de eso el continente hubiera estado mudo-, que nos dio la religión como si eso abarcara el territorio que fuimos y la Nación que somos.
Costumbres
De la Fugazza a la Fugazzeta

De la Fugazza a la Fugazzeta

La fugazza con queso se considera un invento argentino nacido en el barrio de La Boca a principios de la década de 1930, en el seno de una panadería llamada “Riachuelo” ubicada en la calle Olavarría entre Pacheco De Melo e Irala.
- Central -
Patrimonio Intangible de la Humanidad

Patrimonio Intangible de la Humanidad

La candidatura fue presentada en conjunto por Buenos Aires y Montevideo al considerar al tango como una de las principales manifestaciones de la identidad de las orillas del Río de la Plata y la resolución favorable se concretó con la presencia de 400 delegados de todo el...
Al Pie de la Letra
En Tus Ojos, la Historia

En Tus Ojos, la Historia

El 18 de diciembre a las 19.00 en Alfa Librería de Tandil, será la presentación de la novela “En Tus Ojos, la Historia” de la escritora Ana Caliyuri y publicada por Libros del Espinillo. Será acompañada por el editor y escritor Pablo Zubiaurre.
Semblanzas
Los Nuevos Deseos y Necesidades

Los Nuevos Deseos y Necesidades

Nosotros debemos ser capaces de e¬sos episodios traumáticos que jalonan nuestra vida, y ver e ir más allá de nuestras tragedias, superando desafíos. Si nos quedamos atrapados por el dolor de nuestras heridas, im¬pediremos nuestra transformación.
Columnistas
Más Artículos