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Septiembre de Bibliotecas
EL 13 DIA DEL BIBLIOTECARIO – EL 23 DIA DE LAS BIBLIOTECAS POPULARES
Septiembre de Bibliotecas

Mes de Septiembre – El 13 Día del Bibliotecario – El 23 Día de las Bibliotecas Populares

En la Gaceta de Buenos Aires del jueves 13 de septiembre de 1810, la Primera Junta de Gobierno informaba sobre la creación de la Biblioteca Pública de Buenos Aires. Uno de los párrafos del decreto señalaba que  “Las utilidades consiguientes a una biblioteca pública son tan notorias, que sería excusado detenernos en indicarlas. Toda casa de libros atrae a los literatos con una fuerza irresistible, la curiosidad incita a los que no han nacido con positiva resistencia a las letras, y la concurrencia de los sabios con los que desean serlo produce una manifestación reciproca de luces y conocimientos, que se aumentan con la discusión, y se afirman con el registro de los libros, que están a mano para dirimir las disputas.”

Mariano Moreno, redactor del Decreto, sería designado miembro Protector de la misma. El Dr. Saturnino Segurola y  Fray Cayetano Rodríguez, como primeros bibliotecarios de la Institución. Ese día fue establecido como “Día del Bibliotecario”.

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Biblioteca Nacional Mariano Moreno

El 23 de septiembre de 1870 se sanciona la Ley 419, proyecto del Presidente Sarmiento y su Ministro Avellaneda, por lo que se crea la Comisión Protectora de Bibliotecas Populares:

“Art. 1.° Las Bibliotecas populares establecidas ó que en adelante se establezcan por asociaciones de particulares en las ciudades, villas i demás centros de población de la República, serán auxiliadas por el Tesoro Nacional en la forma que determina la presente ley. Art. 2.° El P.E. constituirá en la ciudad de Buenos Aires una Comisión protectora de las Bibliotecas populares, compuesta, por lo menos, de cinco miembros i un Secretario retribuido con mil pesos fuertes anuales. Art. 3.° La Comisión de que habla el artículo anterior tendrá a su cargo el fomento e inspección de las Bibliotecas populares, así como la inversión de los fondos á que se refieren los artículos siguientes…….”

En 1990 por el Decreto 1935 se estableció el 23 de septiembre como “Día de las Bibliotecas Populares”.

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1. Los/as Bibliotecarios/as y las Bibliotecas .*

Si bien una definición simplista puede considerarlo como aquella persona que tiene como tarea el cuidado de una Biblioteca, o que bien se encarga de atender/registrar/proveer  a quienes concurren a una Biblioteca en busca de un libro/texto/folleto, etc. necesario para obtener una determinada información. Sabemos que el perfil de un moderno bibliotecario tiene una amplitud que excede en mucho aquella definición. Lo propio ocurre con la palabra Biblioteca. [En el Diccionario de Bibliotecología de Domingo  Buonocore se incluyen numerosas denominaciones acerca de la posición ante el libro: Bibliofobia, Bibliofilia, Bibliófilo,  Bibliolatra, etc. Incluye además, alrededor de 3000 asientos vinculados a la temática.]

Con la proliferación e incorporación acelerada de nuevas tecnologías para el registro, catalogación, sistemas de préstamo, publicación online, etc. se hace indispensable, en especial,  en las grandes Bibliotecas Públicas, Especializadas, Profesionales, Científicas, Universitarias, Escolares, etc. de una profesionalización  intensiva y la conformación de verdaderos equipos multidisciplinarios y redes que permitan un adecuado desempeño para la atención (referencistas, traductores, etc. etc.. Dice Buonocore que “Si la biblioteca debe ser un centro vivo y activo de información y un órgano de espíritu permanente de energías espirituales para la colectividad, es de toda evidencia que para cumplir con tan elevados designios, necesitará forzosamente el concurso de una dirección culta y especializada a la vez”.

2, La Biblioteca Vecinal
El tema tiene otra característica cuando hablamos de la biblioteca popular o pública barrial, vecinal y escolar,   lo que en ocasiones denominamos biblioteca para todos, per tutti, un órgano de lectura pública que satisface un interés general y que abre sus puertas a toda la colectividad sin distinciones. En sus comienzos las propuestas educativas relacionaban  estrechamente  la presencia de la escuela pública con la Biblioteca Popular y esto permitía reforzar los contenidos formales de la enseñanza, dando forma concreta a una experiencia que tuvo desarrollos prácticos en las distintas localidades del país, con distinta fuerza, pero con objetivos claros.

El bibliotecario tuvo aquí una seria responsabilidad, porque representaba lo que podríamos denominar el primer nivel de atención,   y,  en ocasiones,  esa primera atención influía en posteriores acciones a tomar por el lector. Esa primera impresión iba a marcar,  en una gran proporción,  los futuros pasos a seguir por  quien llegaba a esa institución. Tradicionalmente esta era la biblioteca accesible a todos y el bibliotecario acompañaba a quienes se iniciaban o  llegaban por vez primera, a realizar una experiencia o acercamiento para conocer, descubrir, resolver, y también a recorrer la magia de la lectura, las ciencias y las artes en general.3. Pequeñas historias locales.-

Seguramente en cada lugar, ciudad o pueblo, habrá una que fue orgullo y motivo de celebración.

En algunos casos,  aquella primera que recibió de sus vecinos el material necesario, a veces unos pocos ejemplares, que como los panes bíblicos se multiplicaron.  Las viejas revistas nacionales como “Caras y Caretas”, “El Hogar” o “Mundo Argentino” destacaron siempre estos acontecimientos. Muchas de esas primeras bibliotecas todavía continúan alimentando a sus lectores. Las formas habrán cambiado pero se mantiene el espíritu que las animó y anima. Los esfuerzos no han sido en vano. En muchas de ellas  se conservan retratos de sus promotores o viejas actas descoloridas,  escritas por aquellos vecinos. En estos días debemos decirles “gracias, fue bueno”.

«Si los pueblos no se ilustran, si no se vulgarizan sus derechos, si cada hombre no conoce lo que vale, lo que puede y lo que se le debe, nuevas ilusiones sucederán a las antiguas, y después de vacilar algún tiempo entre mil incertidumbres, será tal vez nuestra suerte mudar de tiranos sin destruir la tiranía».
Prólogo de la reedición del libro «El contrato social» de Juan Jacobo Rousseau, traducido por Mariano Moreno en 1810.

Carlos Alberto Suárez
Buenos Aires, 9 de Septiembre 2021

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