No son muchas las series que acompañaron a una generación entera de espectadores, de forma ininterrumpida. Encima Los Simpson, la fabulosa creación de Matt Groening, ha trascendido las fronteras de la televisión hace décadas.

Creada en 1987 como una serie de cortometrajes para el programa The Tracy Ullman Show, su creador jamás pensó que aquel trabajo que tomó a las apuradas para pagar las cuentas y, de paso, no ceder los derechos de su historieta Life in Hell, terminaría forjando un imperio multimedia gigantesco.

El dibujante se basó en su propia familia para diagramar a sus personajes y, cuenta la leyenda, lo hizo unos minutos antes de entrar a una reunión con los ejecutivos de Fox. Cuando debutaron en 1989 como una serie regular, con episodios de 20 minutos de duración, la televisión global recibió con los brazos abiertos a un fenómeno difícil de explicar. Marge, Homero, los cabezas de la familia, junto a Bart, Lisa y Maggie conforman un núcleo familiar “disfuncional”, en donde todos tienen roles bien asignados. En las temporadas iniciales, las clásicas, los roles estaban bien definidos. Homero era el que llevaba el sustento económico a la casa. Un hombre bruto, cascarrabias pero dispuesto a dar todo por su familia, que intenta balancear una vida en un trabajo que detesta en la planta nuclear, e intenta tener algo de tiempo libre para hacer las cosas que más le gustan, como beber cerveza con sus amigos y comer. Marge es quien sostiene la estructura interna del hogar, una ama de casa abnegada, que sabe donde está todo, que soporta las ocurrencias de sus hijos y de su marido.

Los hijos no pueden ser más diferentes. Bart es el prototipo del pre- adolescente travieso, que le va mal en el colegio y sólo quiere pasar un buen rato con su mejor amigo, Milhouse, leyendo historietas o jugando en el patio de su casa. Lisa aspira a ser la mejor estudiante de su clase, quiere tener una beca universitaria para cambiar el rumbo de su vida clase media, y es amante del saxofón y la naturaleza. Maggie es la bebé, la que termina obligando más adelante a Homero a tomar el empleo que detesta. Es de personalidad vivarás y rara vez hace un berrinche.

Aquellas temporadas seminales se concentraron en contar dramas cotidianos de una familia “tipo” estadounidense. Tenían problemas sencillos, como que se rompa el televisor y no haya dinero para reponerlo. También tocaron tópicos como el bullyng, muchos años que se masificara la temática. El episodio en donde Lisa descubre a su mentor musical, sólo para descubrir que muere pocos días después es un ejemplo magnífico sobre cómo un simple “dibujito animado” es capaz de tratar el duelo con delicadeza sin olvidarse de los chistes que lo convierten en una comedia.

Los Simpson supieron mezclar los géneros con naturalidad, sin abandonar el elemento humano que tanto atraía a los espectadores.

El ejército de guionistas que han pasado por aquellas temporadas fabulosas e irrepetibles probó ser no sólo capaz de mantener un nivel da calidad superlativo, sino que fueron una mente/panal que trabajaba en sincronía para incorporar homenajes a cine clásico, a la cultura popular, a la música, todo de manera orgánica, sin que se sintiera forzado. Las situaciones absurdas tardarían años en llegar, lo que muchos llaman el “declive” de Los Simpson, Muchos creen que a partir de la temporada 13 todo comienza a caer, algunos dicen que fue en la 15. El gusto de los espectadores varía, y por cada persona que observa hay una opinión diferente.

Quien escribe cree que hasta la 13 el balance entre episodios buenos y malos favorece a la primera categoría, y después comenzó una sostenida caída, a medida que los capítulos se volvieron más centrados en aventuras sin lógica e historias diagramadas alrededor de la aparición de algún famoso.

Es imposible detallar episodios emblemáticos, los hay por toneladas, y, de nuevo, depende también el gusto de cada uno. Lo que haremos a continuación es tomar un episodio y analizar brevemente por qué es un ejemplo paradigmático que contiene todos los elementos que convirtieron a Los Simpson en un clásico.

Se titula Sólo se muda dos veces, y es el segundo capítulo de la octava temporada. Una empresa llamada Globex Corporation llega a Springfield, la ciudad hogar de nuestra familia preferida, y se dirige a la planta nuclear con la intención de reclutar al Señor Smithers, el fiel lacayo del dueño de la planta, el Señor Burns. Smithers, por supuesto, declina la oferta, es incapaz de abandonar a su amado empleador, entonces la nueva empresa le propone el trabajo al segundo trabajador con más años en el puesto de técnico nuclear. Por supuesto, es Homero.

Aburrido de su trabajo, que detesta y apenas entiende, acepta sin dudarlo y de un día para el otro, Los Simpson se mudan a la casi utópica localidad Cypress Creek. Allí Homero se encuentra con un trabajo similar al que tenía, pero el ambiente es completamente opuesto. Los espacios son enormes, alegres, con empleados entusiastas y, lo mejor de todo, un jefe que es la contracara de Burns. Aquí entra Hank Scorpio, un barbado y feliz hombre que confía plenamente en Homero. En retrospectiva parece el prototipo de los CEO de Silicon Valley. Una especie de hippie, carismático y con una visión clara de su meta.

Homero está feliz en su trabajo por primera vez en años.

Los problemas están en el nuevo y lujoso hogar en donde se instaló su familia. En el colegio, a Lisa no le va mal, como es costumbre. Camina contenta por el bosque aledaño, disfrutando de las bondades de aquel paraíso al cual llegaron casi por error, y está en contacto con la naturaleza que adora. Pero pronto se da cuenta que es terriblemente alérgica a la flora del bosque. Su nariz se irrita, no puede saborear la comida. El lugar idóneo se convierte en una pesadilla que ningún antihistamínico puede paliar.

Bart cree que va a hacer nuevos amigos pero, cuando sus maestras descubren que está atrasado en sus estudios, terminan enviándolo a una clase para niños con retraso madurativo. Allí ya no tiene espacio para hacer sus travesuras, no consigue trabar una relación con nadie y su espíritu alegre, juguetón, termina aplastado por la inevitable realidad que le tocó en suerte.

Marge se muda a una casa que está completamente automatizada. Incluso hay máquinas que se encargan de cuidar a Maggie. Las tareas que la mantenían ocupada, con un propósito, se vieron reemplazadas por maquinaria que le deja demasiado tiempo libre y, por ende, demasiado aburrimiento. Lo único que puede hacer es pasar un trapo cuando se ensucia algo. El tedio la lleva a beber una copa de vino a diario, algo que jamás hizo en su vida.

Su día a día debería ser ideal. El lugar es bellísimo, los vecinos parecen amables. Quedó lejos el suburbio repleto de personajes pintorescos y grotescos. Debería ser una vida perfecta, pero solamente Homero encuentra felicidad en aquel entorno.

Obviamente, el patriarca no se da cuenta que su jefe, bajo la fachada de hombre simpático, esconde a un temible villano que quiere poner a mundo de rodillas. Hank Scorpio es en realidad un malo de James Bond —a quien Homero ayuda a derrotar incluso. Es tal la fascinación que tiene el calvo protagonista con su nueva vida que es incapaz de ver los horrores que suceden a su alrededor.

Homero es un hombre realizado.

En una cena familiar, cuando el hombre pregunta por el día a día de su esposa e hijos, estos le describen el nivel de miseria al cual están sometidos. El paraíso nunca fue tal cosa para ellos y, entre súplicas, le piden a Homero regresar a Springfield.

La paradoja es trágica. Homero se sacrifica por los suyos, y tras años de padecimientos laborales consigue estar feliz en cada aspecto de su vida, pero su familia es infeliz. Se enfrenta a la difícil decisión de renunciar y volver a la miseria cotidiana que no extraña ni un ápice, o condenar a aquellos que aman a que lo acompañen para que él esté realizado.

Por supuesto, aunque es un bruto cascarrabias, Homero elije lo mejor para su familia. Porque eso es lo que lo motiva, lo que lo obliga a levantarse de la cama todos los días para soportar a Burns y su chupamedias lacayo. El amor que tiene por esas 4 personas con las que convive es más grande que cualquier sueño o capricho que pueda tener.

Los Simpson vuelven a su ciudad, a la rutina. Todo vuelve a la normalidad. Excepto para Homero, quien dejó de lado su propia felicidad para que su familia lo sea.

Para el autor de esta nota, Solo se muda dos veces es el ejemplo ideal para entender por qué Los Simpson en sus mejores temporadas tenían episodios tan perfectos. Hay cuotas de absurdo, como el villano de película, hay homenajes a cine, a la cultura popular. Pero lo que domina es el drama humano. La yuxtaposición de conflictos aparentemente imposibles de resolver. Los personajes tienen arcos argumentales propios que se originan, se desarrollan y se resuelven en 20 minutos. Y, encima, sigue provocando risas a 27 años de su estreno.

Y como bonus track, brindó al mundo a uno de los mejores personajes secundarios de cualquier serie. Hank Scorpio es como un Steve Jobs mezclado con varios villanos Bond. Nunca más volvió a aparecer y, tal vez, sea mejor así.

La historia convirtió a Los Simpson en una serie legendaria. La cantidad de productos derivados, desde una película, videojuegos, historietas, libros, infinidad de juguetes. Han creado un panteón de personajes secundarios que se cuentan por cientos. Para los famosos, aparecer en un episodio de Los Simpson es sinónimo de estatus. Y, por supuesto, no puedo dejar de mencionar las famosas predicciones que, en teoría, el dibujo animado ha hecho sobre eventos globales importantes. Desde el atentado a las Torres Gemelas, las escuchas telefónicas de la NSA o hasta un rebrote de ébola en África.

Con más de 700 episodios y varias temporadas más garantizadas, han quedado muchísimos aspectos por cubrir de esta serie. Se han escrito libros que intentan cubrir mucho más territorio, pero aun así, todo terminará quedando corto.

Aquí se ha intentado dar un ejemplo de la esencia primigenia de aquellas primeras temporadas de Los Simpson que no solo marcaron una época, sino un modo de hacer televisión de manera inteligente y, sobre todo, entretenida.

Pueden encontrar todas las temporadas —incluida la octava que tiene el episodio que acá utilizamos— en la plataforma de streaming Star +.