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Indiana Jones
HORA DE AVENTURAS EN LOS CAZADORES DEL ARCA PERDIDA- DISPONIBLE EN NETFLIX
Indiana Jones

Harrison Ford es uno de los raros casos en Hollywood que consiguió construir dos personajes inmortales del séptimo arte. Han Solo lo catapultó a la fama en la ya mítica Star Wars original. Después llegó el turno de Indiana Jones, en donde cambió el chaleco sin mangas por una camisa siempre desabotonada a la altura del pecho. Cambió el blaster futurista por un revólver sucio y un látigo. Se calzó el ahora clásico sombrero, y caminó hacia el sol poniente para convertirse en ícono pop.

George Lucas persiguió durante toda su vida sus pasiones cinematográficas. Amaba la ciencia ficción, los seriales de aventura, las historias bélicas. En su opus magnum galáctico combinó varias de esas pasiones y el resultado fue espectacular. Personajes arquetípicos que resonaron con la audiencia, combinados con una historia atractiva y efectos visuales innovadores. Con estos elementos, Lucas consiguió un cheque en blanco para sus nuevos proyectos.

Steven Spielberg había dado el salto cualitativo a corta edad. Tiburón fue un film rupturista al que le siguió Encuentros Cercanos del Tercer Tipo, su fábula sobre extraterrestres benignos que pasó a los anales del cine clásico de inmediato.

Lucas y Spielberg, amigos que vivían discutiendo proyectos futuros, decidieron apostar a una nueva obra basada en los aventureros cazadores de tesoros tan habituales de la literatura pulp y aquellos seriales de la década del ’40 con los que se habían criado. Lucas estaba en pleno proceso de mejorar y hacer crecer sus empresas de efectos especiales -Industrial Light and Magic– y de sonido- THX-, dos emprendimientos revolucionarios para la industria que cambiaron, y siguen cambiando, la forma de hacer cine de forma industrial. Spielberg quería dirigir una película de James Bond y se lo comentó a su amigo. George, quien venía buscando un director para su personaje aventurero, le propuso que dirigiera una cinta protagonizada por un arqueólogo, profesor universitario y cazador de tesoros históricos, que podría vivir aventuras alrededor del globo al igual que el espía británico, pero con las libertades creativas que permiten las creaciones originales. Sin un legado detrás, el director y el productor podían hacer lo que quisieran.

Ambos coincidieron en darle la tarea de escritura al Lawrence Kasdan, quien también se encargó, entre tantos otros proyectos, del guion de Star Wars: El Imperio Coontrataca, probablemente la mejor entrega de la saga espacial. Los tres se reunieron durante cinco días y definieron los aspectos básicos de aquella película. La personalidad encantadora, un poco ruda pero honesta del héroe, propenso a fallar y a aprender de sus errores. El conocimiento de arqueología le permitiría también librar batallas no sólo con su físico sino utilizando la cabeza. Incluirían también el conflicto moral de las acciones de Indiana Jones, que pese a todas las buenas intenciones del mundo seguía siendo un saqueador de tumbas y lugares históricos.

Tras muchos meses de trabajo, y mientras Spielberg terminaba una de sus películas menos conocidas de aquella etapa inicial, la fallida comedia bélica 1941, Lucas, el director y Kasdan dieron el visto bueno al libreto original, y en 1980 comenzó el rodaje tras elegir a Harrison Ford como el personaje principal, que originalmente iba a ser Tom Selleck —con bigote y todo— pero que terminó rechazando el ofrecimiento para ir a grabar la serie de televisión Magnum P.I. Se sumó al elenco Karen Allen como Marion Ravenwood, hija del mentor de Indiana y el amor del héroe; John Rhys-Davis como Sallah, amigo egipcio y experto en excavaciones, Paul Freeman en el rol de Rene Belloq, un colega enemistado con Indiana Jones que trabaja para los nazis, y Ronald Lacey haciendo del policía de la SS Ronald Toth, un temible adversario a las órdenes de Hitler.

John Williams se puso a trabajar en una banda sonora que capturara la esencia de los films clásicos de aventuras, pero aportando su toque orquestal grandilocuente. Su colchón sonoro se convirtió en una de las mejores composiciones musicales en la historia del séptimo arte, con melodías que conoce todo el planeta y que son indivisibles al personaje de Indiana Jones.

Todos los involucrados estaban haciendo historia.

El largometraje se estrenó el 12 de junio de 1981 y arrasó en la venta de entradas. El público se encontró con un personaje duro pero con momentos humorísticos, enmarcado en una historia que combinaba mitología religiosa —el Arca de la Alianza, en donde supuestamente se esconden las tablas con los Diez Mandamientos que Dios le dicta a Moisés— junto a locaciones exóticas, malos de esos que son fáciles de odiar, giros en el argumento y, sobre todo, escenas de acción que hoy son imborrables.

El inicio del film es uno de los más icónicos del cine moderno. Indiana Jones intenta llevarse una estatua de oro de un templo oculto en la selva, y activa un milenario sistema de trampas mortales. Tras escapar a pintorescos obstáculos que matarían a cualquier improvisado que merodee el lugar, y cuando todo parecía haber terminado, aparece una roca perfectamente esférica que lo persigue en el último recorrido del escape. Pese a haberse salvado por un pelo de morir, cuando aterriza en el exterior, se encuentra con un grupo de nativos que no dudan en tomar lo que les pertenece.

En menos de tres minutos Spielberg es capaz de contar una aventura completa, con casi nada de diálogo, en donde el protagonista muestra sus increíbles habilidades físicas y de supervivencia. Pero al final de la escena el director dobla la apuesta: el héroe no consigue completar su empresa, pierde lo que fue a buscar. Es humano, no siempre va a caer de pie. Un elemento crucial a lo largo de la saga. Y de paso, una lección veloz de cómo hacer buen cine, ya sea comercial o de autor.

El film está repleto de segmentos dignos de estudiarse. Algunos salieron de casualidad, como el enfrentamiento de Jones con un temerario espadachín. El día de rodaje de aquella pelea habían planificado una coreografía elaborada, que involucraba el uso del látigo en contra del arma blanca. Pero Harrison Ford había pasado una noche pésima debido a una intoxicación intestinal. Estaba cansado, débil, incapaz de llevar adelante una jornada larga que castigara su ya abatido cuerpo. Con Spielberg tomaron la decisión de modificar la escena, sacrificar el enfrentamiento por una escena cómica.

El espadachín exhibe sus habilidades con su arma, haciéndola girar con sus hábiles manos. Indiana Jones, visiblemente cansado, observa a la otra punta de la calle el curioso espectáculo. La muchedumbre que los rodea mira expectante. Pero Jones, en vez de arriesgar su pellejo en una lucha desigual, desenfunda su arma como si fuera un cowboy y derriba a su oponente con un único disparo, sin derribar una gota de sudor.

Escenas como estas se multiplican a lo largo del metraje, que muestran la capacidad del director para crear momentos memorables y la capacidad de interpretación de los actores, que se toman en serio su trabajo. La música de Williams es el lazo que une todos los elementos y los cohesiona.

Quienes no hayan visto Indiana Jones y los cazadores del Arca perdida deberían hacerse el favor y disfrutar de una obra maestra del género. No es una exageración, es ver para creer.

Tras el estreno el film se convirtió en el más taquillero del año y en uno de los más recaudadores de toda la historia. Esto significó, por supuesto, secuelas —tres en cine, con una cuarta en camino—, decenas de libros, una serie televisiva que cuenta los años adolescentes del héroe, muñecos, videojuegos, líneas de ropa… si tiene la cara de Indiana Jones, va a vender bien.

Ahora queda esperar la quinta entrega — sería la última, al menos con Harrison Ford que ahora la está filmando con ochenta años de edad—, que tiene detrás a un director brillante: James Mangold, quien estuvo detrás de cámara de gemas como Logan, 3:10 to Yuma (un excelente e infravalorado western) o Ford vs Ferrari por nombrar unos pocos. El hombre sabe dirigir películas con gran peso dramático sin perder de vista el espectáculo. Suena como la elección perfecta para contar una última aventura del arqueólogo en su etapa crepuscular.

Indiana Jones y los cazadores del Arca perdida se encuentra disponible en Netflix.

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