Por Amor al Arte
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Otros dos Cuadros que Pintó Perón
Uno lo tendría una familia de apellido Toledo, y del otro se perdieron los rastros en 1950
Otros dos Cuadros que Pintó Perón

¿Dónde están los otros dos cuadros que pintó Perón?

Uno lo tendría una familia de apellido Toledo, y del otro se perdieron los rastros en 1950

El precio de 10.000 dólares, logrado por el primer cuadro conocido de Juan Perón hace presumir que aparecerá el segundo, que según versiones está en poder de una familia de apellido Toledo y hasta el tercero del cual se perdió el rastro en 1950, luego que su dueño, el famoso reciclador Fernando Ochoa, vendiera su quinta de San Vicente a 17 cuadras de la residencia del ex presidente.

La certeza de la existencia del tercer cuadro de Perón se origina en antiguos vecinos de San Vicente que frecuentaban el conocido “pago” de Fernando Ochoa, donde los sábados por la noche se realizaban guitarreadas y recitados que se prolongaban hasta la madrugada.

-“Los únicos días en que Perón se acostaba muy tarde eran los sábados cuando daba una vuelta hasta lo de Ochoa”, revela don Ismael que aún vive en su mismo rancho situado en la esquina de la quinta de Perón.

Es don Ismael quien surge como uno de los testimonios validos sobre la existencia del tercer cuadro.

-“Perón pintaba únicamente los sábados después de las tres de la tarde una vez que concluía su siesta que era sagrada. Una mañana se paró frente a casa y me pidió prestado los galgos que yo adiestraba para hacerlos correr en la cancha de tierra que aún existe en la parte de atrás de la quinta. No me dio muchas explicaciones, ni en ese momento, ni cuando me los trajo cinco horas después…”, relata don Ismael.

Este testimonio coincide con lo que afirmaba el que fuera presidente de la Universidad Básica de San Vicente, sobre que Perón había hecho un cuadro que tenía Ochoa en el gran salón de su rancho con la figura de dos galgos en un rudimentario largador de madera que se usaba en las carreras de los domingos por la mañana en la cancha que está en la calle de tierra al fondo de la quinta.

La teoría de don Ismael sobre los momentos en que Perón se dedicaba a pintar, es exacta pues desde su mirador “de la esquina” sabía todas las idas y venidas del general en sus fines de semana.

-“Perón salía con su moto al rayar el día. Iba a buscar los diarios hasta la estación de Empalme San Vicente que está a seis kilómetros”, sitúa las primeras horas del ex presidente en sus sábados y domingos de descanso.

Allí retómanos el itinerario. Perón tomaba una “Valleviejo” en un almacén situado frente mismo a la estación Empalme San Vicente y conversaba con su dueño acodado en el mostrador, que era lo único que quedaba en pie del enorme salón, hoy reconstruido, pero donde también funciona un bar. El resto tenia los pisos hundidos. Había la propaganda de unos cigarrillos que se fumaban a  fines del siglo pasado que era un primor para los coleccionistas. Era un espejo biselado y enmarcado en dorado, presentando la figura de una francesa en su cabaret de lujo en Paris, fumando en una larga boquilla de marfil con filete dorado.

Perón daba una vueltas por el pueblo antes de regresar. Una mañana se extrañó que el cine de Empalme tuviera  un cartel donde decía: “Clausurado por malas condiciones de higiene”.

Hablo con algunos vecinos madrugadores y se llegó a la conclusión de que la clausura tenía que ver con la riña política del pago ya que el propietario de la sala era don Rosso, caudillo del partido socialista.

-“Pibe anda a despertar a los jefes de la unidad básica” fue el pedido que Perón le hizo a un chico que andaba en bicicleta y que hoy es el presidente de una sociedad comercial de San Vicente.”

Los jefes del peronismo de Empalme aparecieron al instante “sin haberse podido limpiar las lagañas”, amplia el ex pibe y Perón los saludó amablemente solicitándole que abriera el local de la unidad básica que funcionaba contiguo al cine.

No fue una mañana afortunada para los lideres peronistas del pago porque Perón comenzó a limpiar la tierra que había sobre el escritorio  golpeándolo con un diario y lentamente se acercó hasta la pared para enderezar su propio cuadro en colores que estaba cabeza abajo porque se le había soltado la “chinche” que lo sostenía.

-“¿Por qué hicieron clausurar el cine?”

“General, es que el baño es una letrina…”

-“¿Y qué quieren, que tenga bidé con agua caliente?”

Este dialogo es reproducido ahora por aquel pibe que hizo de despertador y que cuenta el final de la historia.

Perón camino diez pasos acompañado de sus correligionarios y el pibe madrugador y despaciosamente procedió a despegar el cartel de la clausura.

-“Avísenle a don Rosso, que hoy ya puede dar película”, fueron las últimas instrucciones a los caciques peronistas antes de poner en marcha la moto para retornar a su quinta.

Imagina don Ismael que Perón dedicaba el resto de la mañana a la lectura de los diarios.

“Como después del almuerzo siempre hacia la siesta, el único tiempo libre para pintar era la tarde del sábado”, presupone don Ismael.

-“¿Y por qué no podía pintar el domingo?”

– “Imposible. Perón regresaba a Buenos Aires todos los domingos a las cinco de la tarde, luego de terminada la siesta”, retruca prestamente don Ismael que ya no se dedica a preparar galgos de carrera “porque ya no estoy para esos trotes”.

Es que don Ismael anda por los 90.

Y solo se enteró la historia del cuadro cuando se la contamos. Como le contamos que lo pagaron 720.000 pesos.

-“Mandinga. Cuando Perón compro la quinta, siendo capitán, antes del 30 pagó 25.000 patacones…”

-“Cosa de la inflación, don Ismael…”

Tiempo Argentino- 09-07-84 – Por Justo Piernes

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