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Extraction
Jueves de Super Acción – Disponible en Netflix
Extraction

El cine de acción siempre fue atractivo para las audiencias a lo largo de la historia del medio. La década del ‘80 perfeccionó el estereotipo del héroe musculoso, capaz de realizar proezas inhumanas aún sin tener ningún tipo de habilidad sobrehumana, y siempre cumplían su misión, conquistaban al interés romántico y, pese a heridas de todo tipo en su imposible físico, se iban caminando erguidos hacia la nueva aventura. Personalidades como Sylvester Stallone, Arnold Schwarzenegger, Bruce Willis o Jean-Claude Van Damme consolidaron sus carreras atrapando a los malos más malos, escapando de trampas mortales, cazando monstruos y, sobre todo, haciendo explotar cuanta cosa tuvieran alrededor.

El aspecto físico de las actuaciones era la clave, a pocos les importaba que muchas de las estrellas de acción tuvieran un rango más limitado a nivel dramático, mientras fueran capaces de convencer que eran capaces de derrotar robots de acero líquido, de detener terroristas implacables aún con los pies destruidos o de realizar patadas voladoras a último minuto para salvar la película.

El nuevo milenio ofreció nuevos héroes de acción, un poco más “humanizados”, para que corran en paralelo con el estereotipo. Liam Neeson fue uno de los actores más inesperados que, en una etapa más crepuscular de su carrera, se cargó al hombro una trilogía a fuerza de puños y tiros, Taken, que aquí se llamó Búsqueda Implacable. Hasta la saga de Jason Bourne, Matt Damon no había amagado siquiera a ponerle el físico a un héroe experto en artes marciales y armas. Keanu Reeves, quien había probado ser un héroe en varias ocasiones contribuyó a darle nueva vitalidad al género con la saga de John Wick, convirtiéndose en uno de los personajes más amados y reverenciados en los últimos años.

Toda esta “nueva” camada, el nuevo paradigma, tuvieron algo en común: el héroe otrora invencible, que siempre se iba caminando apenas herido, podía sufrir de más en los nuevos films. Los aquejan traumas, las balas impactan y lastiman, tienen contrincantes que no son conos en una carrera de obstáculos. Es cierto que siguen sobreviviendo a contiendas absurdas —algunas convenciones del género no van a cambiar— pero los espectadores modernos necesitan encontrar algún tipo de desafío a las convenciones a la hora de convencerlos.

El cine de superhéroes hace más de una década que domina las taquillas del mundo y presentó una nueva forma de explorar el cine de acción, ya que los distintos personajes y sus habilidades permiten atacar el estereotipo desde diferentes aristas dependiendo quien sea el protagonista. No es lo mismo una batalla con Wonder Woman de protagonista— quien tiene fuerza sobrehumana, un lazo mágico capaz de hacerle confesar a sus enemigos, es resistente a las balas y puede volar— que tener a un héroe como Daredevil, especialista en artes marciales pero ciego, y si bien es verdad que sus otros sentidos están aumentados en relación a un humano “normal”, sigue siendo al final del día un abogado no-vidente que termina destrozado tras una intensa batalla.

En el medio de todo este enorme universo de películas de acción, Netflix estrenó el año pasado un film que prometía volver a la esencia del film clásico, con una historia sencilla, un héroe de pocas palabras pero mucho músculo y resistencia. Extraction (o Misión de Rescate en América Latina) fue un pequeño hit estrenado en plena cuarentena global, y si bien no ofreció nada nuevo, supo aunar la vieja escuela del cine de acción con el canon vigente.

La historia es sencilla: el hijo de un poderoso narcotraficante, Ovi Mahajan, sufre un secuestro mientras su padre está en la cárcel, a manos de una banda rival. Así llegan a Tyler Rake, un mercenario de alta reputación, cuya misión junto a su equipo es rescatar al adolescente de sus captores refugiados en las superpobladas calles de Bangladés. En el medio el héroe a regañadientes sufrirá traiciones, se tendrá que enfrentar a una ciudad que parece estar comprada por Amir Asif, el villano de la historia, que dispone de una red tan amplia que incluye hasta a las fuerzas policiales. Durante dos horas podremos ver como este hombre imponente se abre camino a los tiros, combatiendo cuerpo a cuerpo con incontables hombres y recibiendo más castigo del que una persona promedio es capaz de soportar.

El film prometía locaciones exóticas, que las tuvo por montones, coreografías de lucha y persecuciones dignas de la “vieja escuela”, y todo eso estuvo presente en Extraction. Es una película simple, que continúa con el estereotipo del héroe blanco entre ejércitos malvados de piel oscura tan popular en otras épocas. Esto generó algunas críticas negativas en la prensa internacional, pero tanto el guionista Joe Russo (uno de los directores de las últimas dos películas de The Avengers) como el director Sam Hargrave se encargaron de castigar lo suficiente al protagonista y darle un pasado atribulado como para romper con el molde heroico y generarle algún tipo de dimensión a Tyler, no mucha, pero algo.

Los fanáticos del cine de acción sin más pretensiones que las de ver peleas, disparos, coches a alta velocidad en calles atestadas de vehículos y gente, tendrán en Extraction casi dos horas de entretenimiento puro y duro. La clave de este show violento —casi parece un videojuego— es la dirección de Hargrave, quien debuta detrás de cámara tras un extenso currículum como doble de riesgo y coordinador de peleas. En las películas de Marvel trabó amistad no sólo con Joe Russo, también lo hizo con varios actores, entre ellos Chris Hemsworth, más conocido por su interpretación del superhéroe Thor, a quien consiguió fichar como protagonista de esta película, un punto extra capaz de atraer a público no tan amante del género de acción clásico.

El conocimiento del director en materia de acción se ve en cada plano. Los golpes se sienten reales, las escenas de riesgo realmente lucen peligrosas, casi al borde del suicidio en muchos casos, y aunque sepamos a nivel consciente que todos aquellos golpes, caídas y persecuciones están fríamente calculadas, es tal el grado de ferocidad que capta la cámara —siempre inquieta, cerca de la acción, dinámica como los primeros films de Robert Rodriguez— que es imposible cerrar un poco los ojos con gesto de dolor ante ciertos golpes muy convincentes.

La relación entre Tyler y el pequeño Ovi constituyen los principales pasajes dramáticos, que no abundan pero le dan el respiro suficiente a todo el caos. Hemsworth, quien es capaz de brindar actuaciones creíbles y profundas, lucha con un guión demasiado chato, pero el carisma que ostenta compensa todos los puntos flacos de la escritura. El nihilismo de su personaje se intuye en las miradas, en como encara las peleas —no le teme a morir y se nota— y hasta en el modo que tiene de tratar al joven. Es evidente que pese a ser un hombre capaz de matar por dinero tiene un código de honor, una moral que lo mueve, y sabemos todo esto por mérito del actor.

Extraction es una película de acción de corte clásico que se beneficia de los recursos técnicos modernos para plasmar la ferocidad de este tan querido y longevo género. Tiene una historia nada pretenciosa, con un objetivo claro en la mira, que es el de entretener. La presencia de Chris Hemsworth como protagonistas es magnética y la dirección de Sam Hargrave es sólida, vertiginosa, demuestra todo el conocimiento y oficio del hombre para crear secuencias impactantes en la pantalla. Fue uno de los éxitos el año pasado en la plataforma de streaming Netflix, y aún está disponible para que los fans de este tipo de cine puedan deleitarse.

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