Dietas ricas en omega-3, vegetales de hoja verde y probióticos se relacionan con estabilidad anímica, mejor toma de decisiones y mayor resiliencia. Los alimentos desencadenan un comportamiento químico en el cerebro e intestino, donde se centraliza nuestra vida emocional.
Dime lo que Comes y te Diré Cómo Eres y Cómo te Ves
Como psicóloga y además como deportistas desde mis 6 años, sostengo que la frase «Dime lo que comes y te diré cómo eres y cómo te ves» guarda una verdad científica, pero ignorada por muchos.
La alimentación no es un acto solamente biológico, es un lenguaje silencioso que revela nuestra estructura mental (salud mental), emocional (estado de ánimo) y social (comportamiento y productividad). Para que la explicación del articulo sea más comprensible voy a dividirlo en cuatro subtítulos-:
Hábitos Alimenticios
Los hábitos alimentarios reflejan rasgos de personalidad y estados emocionales, las personas que consumen dietas altas en comida chatarra, procesada con alto nivel de azúcar, se manifiestan conductualmente con mayor impulsividad, irritabilidad y les cuesta superar el estrés, y al dejar de consumirlos baja el estado de ánimo, sintiéndose cansados y ansiosos de volver a consumir azúcar y/o carbohidratos. ¿Por qué sucede esta descompensación? Esta clase de alimentos tiende a liberar neurotransmisores como la dopamina y serotonina de manera irregular y cuando aparece la ansiedad existe la búsqueda del dulce en el cuerpo, pero también influye la calidad de vida o algunas alteraciones hormonales sobre todo en la mujer, por ejemplo, en persona que no gestionan de manera efectiva el estrés, liberan cortisol y o mujeres que se encuentran en la premenopausia, en ambos casos también les produce ansiedad de ingesta excesiva de dulce en cuerpo y aparece el sobrepeso.
En todos estos casos son personas que no pueden procesar sus emociones y usan la comida para regular esa alteración o disfunción.
Por el contrario, dietas ricas en omega-3, vegetales de hoja verde y probióticos se relacionan con estabilidad anímica, mejor toma de decisiones y mayor resiliencia, porque los alimentos desencadenan un comportamiento químico en el cerebro e intestino, donde se centraliza nuestra vida emocional.
El Cuerpo y su Forma
La estructura corporal es como un archivo histórico de nuestra vida y alimentación. El cumulo excesivo de grasa abdominal suele ser sinónimo de una alimentación alta en carbohidratos refinados y estrés (cortisol), típico en personas con un entorno laboral demandante. Por otro lado, una musculatura bien desarrollada y baja en grasa, es el indicativo de consumo de proteínas y actividad física regular, esta última además se asocia con virtudes como la disciplina o personas que valoran la autosuperación.
Pero hay otro elemento que se debe considerar, la edad: En la juventud, el cuerpo se defiende solo, puede regular incluso una alimentación poco saludable y quemar con mayor rapidez la grasa, pero después de los 40 años, la acumulación de grasa en lugares específicos entre otras características es muy visible, también aparece la sarcopenia que es pérdida muscular en adultos mayores, la cual, está directamente ligada a un bajo consumo proteico y sedentarismo.
La Alimentación por Etapas: Infancia, Adultez y Vejez
El Lado Oscuro de la Comida
Aparecen los trastornos alimenticios como la anorexia, bulimia o los atracones y otros, son manifestaciones extremas de una psicología fracturada (traumas, autoestima baja, culpa, autocastigo, vacío existencial), donde la comida se convierte en la enemiga, consuelo o castigo.
Surgen por la combinación de factores biológicos, psicológicos y sociales, y reflejan una lucha interna, lo físico es solo una pequeña parte del problema.
Lo que comes y cómo te veas, es retrato de tu mente y tu historia de vida posiblemente desde tus padres. Mejorar la alimentación no es solo cuestión de estética, sino de reescribir tu psicológica, salud integral, regular tus emociones, adquirir nuevos valores y desarrollar mayor productividad.