La denominación actual de la pequeña arteria fue dada en 1961, merced a la Ordenanza Municipal 18.252, y nuestro pasaje consta de sólo una cuadra, va desde el este, calle Jean Jaurés hacia el oeste, calle Tomás Manuel de Anchorena.
La ciudad de Buenos Aires está surcada por calles, avenidas, autopistas, y también de hermosos pasajes.
Estas pequeñas arterias, a veces de varias cuadras, y otras tantas de sólo media cuadra, con una sola vereda, o con paredes intervenidas por artistas callejeros, que poseen todavía casas de la época colonial, encierran relatos, leyendas urbanas, y otras rarezas que nos definen la idiosincrasia, el espíritu del barrio.
Recorrer el pasaje es conocer el alma del barrio, su gente, sus esperanzas e ilusiones, y su momento presente.
Hoy les presento el pasaje Carlos Gardel, en el corazón del Abasto, donde se junta el pasado y el tango, con el turismo cosmopolita actual.
Primeramente, está enmarcado en el barrio de Balvanera, aunque coloquialmente es el Abasto.
Anteriormente, se llamó Guardia Vieja, pues era la continuación de esa arteria del otro lado del Mercado de Abasto, nombre completo: Mercado de Abasto Proveedor de Buenos Aires.
El Mercado de Abasto, venta al por menor de fruta, verdura, y también tiendas y bazares,
atendió al público vecino desde 1934, hasta su cierre en 1984.
La construcción comenzó en 1893, finalizando en 1934, en cuatro plantas; todo un mundo para la provisión del barrio.
Se convirtió en el Shopping Abasto en 1998, tras largos años de refacciones, y conservando la totalidad de su fachada original.
La denominación actual de la arteria fue dada en 1961, merced a la Ordenanza Municipal n° 18.252, y nuestro pasaje consta de sólo una cuadra, va desde el este, calle Jean Jaurés hacia el oeste, calle Tomás Manuel de Anchorena.
En su inicio, si avanzamos a la calle Jean Jaures, a la altura del número 735, sólo una cuadrita, nos toparemos con el Museo Casa Carlos Gardel, donde vivió el Zorzal Criollo.
Obviamente, el nombre del pasaje nos recuerda al Morocho del Abasto, el inimitable Carlos Gardel, nacido en Francia, pero inmortalizado como argentino, de nombre Charles Romuald Gardés. en 1890, y fallecido trágicamente en un accidente de aviación en Medellín, Colombia, en 1935, siendo el mejor cantante de tangos de todos los tiempos.
Nuestra callecita en parte es peatonal, con negocios gastronómicos de todo tipo: hamburgueserías, parrilla estilo brasileño, cervecerías, y tiendas de recuerdos para turistas, amén de edificios de propiedad horizontal a todo lujo.
Un pequeño párrafo para la “Parrilla de Jesús”, que la nombramos como “estilo brasileño”. Es – casi – una embajada de nuestro país hermano del Brasil, en pleno reducto tanguero.
Y al respecto, a mitad de cuadra, en el número 3157, estaba la histórica Casa Pantano, hoy convertida en viviendas de alto nivel, pero…preservada la fachada por su valor histórico.
Años atrás, hasta la pandemia, año 2021, se podía recorrer el pasaje para visualizar el “Paseo del Tango” con esculturas de Osvaldo Pugliese, Roberto Goyeneche, Tita Merello, Alberto Castillo, y Aníbal Troilo; lamentablemente, las obras fueron vandalizadas, además de las inclemencias del tiempo, todo hizo un “combo” para que las estatuas fueran retiradas, en muy mal estado; consultas que hice en diversas reparticiones del Gobierno de la Ciudad, me indican que no podrán ser renovadas; triste realidad, de una sociedad que no respeta el arte, y un gobierno – en este caso, el de la Ciudad – , que tampoco pone empeño en cuidar lo que es el patrimonio de todos.
A modo de ejemplo, incluyo una foto de 2018, acompañando al maestro Pugliese, en la instantánea.
Antes de llegar al final del recorrido, la estatua de un bandoneón, y otra con la figura señorial del Morocho del Abasto, nos dan la despedida.
Y donde termina la calle, está el majestuoso Shopping Abasto, con la fachada intacta del viejo Mercado de Abasto.
Recorrer el pasaje Carlos Gardel, nos lleva a la nostalgia, y también a la modernidad; tiempos viejos, y la actualidad vertiginosa, en sólo una cuadra de trayecto.
¡Vengan a recorrerlo, es una caricia al alma!