¿Y en ese pobre tipo que se refugia todas las noches en un hueco de la estación del ferrocarril, procurando guarecer del frio, como puede, a su familia, bajo una rotosa cobija, para sobrevivir a la intemperie del cierzo y de la miseria social, no hay grandeza?
Tiempo Argentino – 22-09-24
Sobre la Grandeza
Ungaretti (Giuseppe), uno de los poetas mayores de nuestro tiempo, tiene dos o tres poemas de un solo verso.
Uno de ellos: “M’ ilumino d’ inmenso” (me ilumino de inmensidad). Y no se trata de un alarde de brevedad sino de la infinitud que, en toda poesía que se precie de tal, debe decirse en unas pocas palabras: la expansión sin límites del cosmos interior, la felicidad de un instante en que la criatura humana se siente redimida de su pequeñez y vuelve a “riveder l’estelle” (a contemplar o ver de nuevo las estrellas) dice el verso completo.
Ungaretti, después de las dos guerras mundiales que le toco vivir (en la segunda, sufrió la pérdida de su hijo); después de la persecución política que lo escarneció por haber adherido al régimen mussoliniano; después de que los señores del Premio Nobel se lo escamotearan por la misma “razón”, estaba en la situación de escapar de esa, su pesadilla infernal, por la potencia de su poesía expresada en una epifanía de no más de dieciséis letras.
Pound (Ezra), acusado de “traición a la Patria”, hacia el final de la segunda conflagración, por el Hermano Mayor democrático que lo encerró en una jaula tuvo, también esa experiencia y tras los barrotes, solo pidió que no lo disturbaran porque por esa secreta iluminación se sentía liberado.
En ambos poetas ese sentimiento de inmensidad, de grandeza, en medio de la desgracia.
Hoy esta palabra está en boga, sobre todo en la oca de hombres públicos que se escudan, detrás de ella, de las acusaciones ciertas de mezquindad. Pero, en suma, ¿Qué es la grandeza? ¿Un exclusivo gesto de los llamados grandes hombres en una encrucijada del destino?
¿Y en ese pobre tipo que se refugia todas las noches en un hueco de la estación del ferrocarril, procurando guarecer del frio, como puede, a su familia, bajo una rotosa cobija, para sobrevivir a la intemperie del cierzo y de la miseria social, no hay grandeza?
El Guardián – 04-06-03 – Por Leonidas Lamborghini
Alegoría de la Grandeza – Siglo XIX Seguidor de Corrado Giaquinto (1703-1766)
Esta magnífica obra es una versión del original que cuelga en una de las residencias de la Familia Real Española, La Casita del Príncipe en San Lorenzo del El Escorial. Una obra alegórica titulada ‘Alegoría de la grandeza’, la pieza original del siglo XVIII es del pintor rococó italiano Corrado Giaquinto (1703-1766). La pieza representa a una dama vestida con atuendo romano sentada sobre una nube, rodeada de querubines; la rama de olivo en su mano sugiere que representa la paz.