Hacete la Película
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Plaga Zombie
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Plaga Zombie

¿Qué estabas haciendo a los 17 años? Probablemente las cosas típicas de un adolescente. Planificando el viaje de egresados -si es que ahora no es un lujo inaccesible-; experimentando los primeros amores y desamores. Algunos estarían debatiendo qué carrera universitaria seguir o contemplando el horizonte laboral. Las angustias propias de la edad, la ebullición hormonal, el final de una etapa. Cosas propias de los 17 años.

Los entonces chicos de Farsa Producciones, un grupo de amigos que se criaron entre los VHS de videoclubs barriales alquilando hasta el hartazgo cintas de terror ochenteras, viendo las películas que pasaban en los canales de aire -los famosos Sábados de súper acción-, leyendo y dibujando historietas. También realizaron cortometrajes fantásticos desde la tierna infancia.

Muchísimos cortometrajes.

La escuela de cine que se montaron entre leches chocolatadas y videocaseteras aporreadas los llevó a soñar alto. El formato de historias breves comenzaba a quedarles cortos. Querían hacer un largometraje, tener en su ya abultado currículum una película “en serio».

Los Farsa, cuyo icónico logo del ojo gigante con brazos y piernas se convertiría en un sello de garantía en la escena independiente de Argentina, comenzaron a cranear la primera parte de lo que se convertiría en una trilogía que hasta tendría un spin off en Estados Unidos, ni más ni menos.

Mientras los adolescentes de fines de los 90 vivían esa burbuja ficticia de la convertibilidad y soñaban los sueños típicos de jóvenes, estos chicos de diecisiete años parieron una película que haría historia.

Plaga Zombie nació en jornadas extenuantes llevadas a cabo los fines de semana y en los ratos libres que tenían, con una cámara VHS más moderna que les permitió tener una calidad mucho mejor a la que venían ostentando en los cortometrajes. Empezaron a reclutar amigos y conocidos para que tengan roles en la gesta épica que solo el optimismo juvenil puede validar.

Emplearon las casas de sus padres para usar como locaciones. Utilizaron las calles de Haedo como escenario para el pueblo ficticio en donde tendría lugar la historia.

Pablo Parés, Hernán Sáez y Berta Muñiz se abocaron a hacer maquillajes coloridos para los zombis, que abandonaron la estética de cadáveres putrefactos verdosos por chillones tonos, que abarcaban todo el espectro cromático, para dotar al largometraje de una estética tan urgente como original. Las reglas se hicieron para romperse, y los chicos estaban dispuestos a romper moldes. No había productores exigiendo cambios absurdos (que ya llegarían) ni actores con pedidos raros. Era pura fuerza creativa al servicio de contar una historia.

El film tuvieron que grabarlo en forma cronológica, editando en cámara todo para que la cinta original se convirtiera en el master de Plaga Zombie. Así es, la primera película de zombis argentina también es un logro técnico, ya que no existen obras que se hayan editado directamente en el aparato que utilizaron para tomar las imágenes. No es un detalle menor, ya que esto pone de manifiesto que Parés y Sáez empezaban a dar muestras de la capacidad técnica que manejaban desde pequeños, aparte de la desbordante creatividad que los habitaba.

La historia habla de una invasión extraterrestre en etapas. Esta primera nos muestra cómo los alienígenas convierten a los humanos en zombis, meros capullos de donde nacerá la raza invasora. Un trío impensado de héroes surgirá para intentar darle batalla a la especie invasora. Max Giggs (Sáez), genio de las computadoras y las matemáticas, Bill Johnson (Parés), un ex estudiante de medicina y John West (Muñiz), vaquero y ex campeón de catch. Los tres tendrán que encontrar las respuestas para afrontar un poder de otra galaxia, mientras despachan coloridos zombis a diestra y siniestra.

Farsa se encargó de hacer todos los efectos especiales, en cámara (a excepción de uno, que fue generado por computadora y no develaremos para aquellos que no la hayan visto) poniendo de manifiesto las influencias de clásicos como Evil Dead o el cine primerizo de Peter Jackson. También se cuelan referencias al mundo de la historieta y un hermoso homenaje al cine de género desde el lenguaje que utilizan. Pese a que la película fue hecha en Argentina, los actores hablan en castellano neutro, como los doblajes de los largometrajes que pasaban en la televisión o que muchos VHS traían en la época. Lo que hoy sería el famoso doblaje “latino”, ellos lo hicieron a propósito, y este detalle para nada menor aporta a la estética de lo que se terminaría convirtiendo en un clásico indiscutible.

Las escenas de pelea son impresionantes. No sólo se nota que han visto miles de horas de films de acción, sino que consiguieron aplicar este conocimiento para crear sus propias versiones. Las peleas cuerpo a cuerpo nunca fueron parte del adn cinematográfico del cine nacional, y la gente de Farsa, antes de tener edad siquiera para votar, probaron que sí es posible llevar a la pantalla batallas vertiginosas y creativas.

La pregunta que muchos podrían hacerse es si una película hecha por chicos de diecisiete años, hace tres décadas y media, aún se sostiene en el tiempo. La respuesta es simple y concreta: si, se mantiene muy bien. Plaga Zombie tiene un encanto para nada irónico, es un largometraje por derecho propio que aprovecha absolutamente cada centavo (que no fueron muchos) invertido en la creación. Respira espíritu adolescente, pero del bueno, del revolucionario, del que empuja el medio artístico para hacerlo crecer.

No por nada al día de hoy se sigue homenajeando en festivales tan importantes como el de Mar del Plata, se le dedican documentales, aparece citado en libros y artículos como uno de los pilares del cine independiente, y se edita en cuanto formato hogareño exista desde el siglo pasado. Plaga Zombie es una obra fundamental para entender la idiosincrasia del artista soñador y ejecutor. Es un ejemplo para quienes estudian cine y desean tener la inspiración necesaria para abocarse a crear arte, no sólo apreciarlo.

Farsa Producciones se establecería como una productora hecha y derecha que, más tarde, le regalaría al mundo películas fabulosas como Filmatrón, la saga Nunca Asistas a Este Tipo de Fiestas o las dos secuelas de esta hermosa trilogía. Aparte, se convertirían en una fábrica refinada de videoclips musicales, trabajando con artistas renombrados como Árbol, Kapanga o Pez.

Pablo Parés hasta se daría el lujo de dirigir a Faye Dunaway en La Sombra de Jennifer, en donde tuvo a su cargo también a una de las scream queens de principios de siglo, Gina Phillips. Nombres como Walter Cornás y Paulo Soria se empezaron a colar en la escena cinematográfica argentina, demostrando que el semillero de Farsa no era una simple promesa, sino un campo de entrenamiento para los adultos que saldrían al mundo para crear cine de entretenimiento, genuino, bien ejecutado.

Plaga Zombie es un baluarte del cine independiente argentino. Es un testimonio del enorme poder que tiene la creatividad al servicio del arte. Es una inspiración para las generaciones venideras. Pero, sobre todo, es una película entretenida y divertida que deja con ganas de más… y que por suerte, cuenta con dos secuelas redondas, en donde se puede avanzar con la historia y, aparte, ver la evolución de los “chicos” hacia adultos.

 Pero la consagración fue y será este largometraje. Es ver para creer, literalmente.

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