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Hereditary
ESPECIAL DE HALLOWEEN 8 — DISPONIBLE EN HBO MAX
Hereditary

La cámara se mueve en un estudio donde se ven distintas maquetas detalladas. El paneo se detiene en una casa, donde se advierte, en el corte transversal del diorama, una habitación. La lente comienza a acercarse, poco a poco. Las formas de aquel dormitorio se distinguen cada vez más. Vemos una cama, un armario, ropa desordenada, algunos posters pegados en la pared. La puerta de entrada deja que se cuele una luz artificial. En la cama podemos distinguir un bulto que no se mueve.

De golpe entra un hombre, y se acerca al colchón. Detrás lo sigue un perro. El adolescente de la cama mueve la cabeza, y el padre deja un traje sobre las sábanas. Intercambian unas palabras. El padre se retira.

La maqueta ya no es una maqueta, claramente.

Corte al exterior de la casa.

Desde la primera escena sabemos que Hereditary no va a ser un viaje narrativo habitual. El director debutante Ari Aster establece, de forma subliminal, que nada de lo que el espectador va a ver puede tomarse de forma literal. La cámara genera tensión, porque no sabemos quién es el que está manipulando nuestra visión. Podría ser el cineasta, o podría ser algo más que juega con nuestra percepción.

La historia arranca con la muerte de Ellen Taper Leigh, la matriarca de la familia, madre de Annie, y una figura claramente perturbadora para todos los que la rodean. El velorio está repleto de gente que el núcleo familiar no parece conocer, entre ellos algunos individuos que cargan con una sonrisa extraña, como si no pertenecieran a este plano de la realidad.

Annie queda shockeada por el fallecimiento de su mamá, pero conoce de tragedias. Ha vivido subyugada a la culpa y el dolor, y pese a que consiguió establecerse como artista especializada en dioramas ultra-realistas, aquel duelo reciente parece haber calado hondo en su cuerpo.

Su esposo Steve intenta mantener la casa en orden. Entiende que su esposa está pasando por un momento traumático, e intenta criar a sus hijos Peter y Charlie, dos jóvenes que se encuentran inmersos en un hogar al borde de la ruptura. Los tres vislumbran como Annie cae en un poso depresivo, pese a que intenta reconstruir el misterio que dejó su mamá detrás. Ellen había sido una mujer rodeada de secretos, y su deceso se encargó de hacer que estos comiencen a surgir con el correr de los días.

El tiempo sigue avanzando pero lejos de curar las heridas, enrarece aún más la atmósfera familiar. Algo ominoso se posa sobre el hermoso hogar que habitan, y la tragedia inicial que abre la película es apenas un aperitivo de lo que vendrá.

La primera muerte violenta de Hereditary dejará a los espectadores que no la hayan visto boquiabiertos. Y de ahí en adelante todo será un espectáculo de miseria, horror y juegos mentales/cinematográficos ejecutados a la perfección. Revelar más detalles sobre la trama implica sacrificar todo lo que genera tanto incomodidad como entretenimiento a la hora de ver esta fantástica película.

Ari Aster se convirtió en un nombre a tener en cuenta en la escena cinematográfica hollywoodense gracias a Hereditary, una de las películas de terror más impactantes de los últimos treinta años. En Latinoamérica se la conoce como La Herencia del Diablo, un título mucho menos sutil que arruina un poco las interpretaciones que el espectador le puede otorgar a la compleja historia.

El director armó un elenco estelar, comandado por Toni Collette como Annie, una actriz fabulosa que se había prometido abandonar el género de terror, hasta que le llegó la propuesta de Hereditary. Su evolución en la pantalla es espectacular, y el hecho que no la hayan nominado para los mayores premios de la industria es un crimen. Su interpretación está repleta de matices, nunca cae en la exageración y transmite la depresión, la ira, el terror que experimenta su personaje de forma conmovedora.

Gabriel Byrne toma el papel de Steve, el esposo y padre sumergido —sin saberlo— en un macabro entramado de conspiraciones del cual intentará salir y rescatar a su familia en el proceso. El experimentado actor es el contraste perfecto para Collette, ya que es un hombre centrado, focalizado en resolver los problemas que surgen alrededor suyo. El destino que le espera en el tercer acto del largometraje es aún más impactante por la impecable labor que realizó Byrne.

Alex Wolff y Milly Shapiro son los dos hijos de la familia, y los que cargan con algunos de los momentos más tensos del largometraje. Físicamente no parecen familiares, pero la química entre ambos es perfecta. Esa mezcla de cariño y bronca típica de hermanos se cuela en cada escena que comparten. Al mismo tiempo, los pasajes en los cuales sus personajes actúan por separado demuestran la capacidad de interpretación de los dos jóvenes. Es imposible pensar Hereditary sin la presencia de estos dos artistas.

Aster crea una experiencia cinematográfica en donde cada encuadre está pensado a la perfección. La estética irreal, como de un diorama de la casa, es una de las tantas elecciones deliberadas que tomó el director. En una historia donde se intuye que hay fuerzas extrañas manejando los hilos de la dinámica familiar destruida de los protagonistas, el cineasta utiliza todas las herramientas para crear inquietud en el espectador desde la puesta en escena. Pueden ser imágenes que aparecen una fracción de segundo, signos tallados en madera que apenas son perceptibles. Sombras que se mueven fuera de foco. Rostros que lucen apenas humanos. Cada parte de la construcción visual y narrativa se concentra en crear piezas de un rompecabezas que, a medida que toma forma, se vuelve cada vez más terrible, más impactante.

La utilización del satanismo, del demonio Paimon en particular, crea una atmósfera enrarecida que sólo empeora con el correr del metraje. Más cercana a El Bebé de Rosemary que El Exorcista, el director busca contar su historia demoníaca desde la sutileza cuando es necesario, para ir incrementando el nivel de shock visual. Desde el comienzo entendemos que hay una presencia maligna que sobrevuela a la familia, pero aun cuando el largometraje termina, el espectador debe terminar de unir los cabos. No es que Hereditary no ofrezca las respuestas, sino que las esconde detrás de un espectáculo dramático y terrible. Pero desde los primeros minutos las pistas están ahí. Esta es una experiencia que involucra a quien observa el largometraje con atención.

Hereditary se convirtió de inmediato en un clásico del género. Aster después duplicó la apuesta con Midsommar, otra experiencia de horror difícil de clasificar que expone las obsesiones de un artista que se regocija —y brilla— relatando historias perturbadoras. Siempre está buscando una nueva arista, un nuevo giro a la tuerca. Y hasta ahora, lo ha conseguido.

Esta joya del séptimo arte se puede disfrutar en HBO Max, y es la obra perfecta para cerrar el mes de Halloween y, con Hereditary, despedirnos a lo grande hasta el próximo octubre.

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