El Síndrome de la muerte súbita inesperada nocturna es algo tan real como terrorífico, pese a que suene como el título de alguna película clase Z. Esta afección, básicamente, produce que el cuerpo sea incapaz de procesar las señales eléctricas que el cerebro envía para que el corazón pueda latir. Sucede de noche, mientras la víctima está durmiendo. Suelen ser hombres, de mediana edad, sin problemas cardíacos preexistentes.

Lo más extraño de todo es que afecta a la población masculina del sudoeste asiático. En Filipinas se conoce a este mal como “levantarse a la noche durante el sueño”, en Japón lo llaman “Muerte inesperada durante la noche”; y algunas tribus de Laos y Vietnam le han otorgado la denominación más inquietante de todas: “espíritu de las pesadillas que oprime.”

Wes Craven, ahora mítico director de cine de horror, leyó una serie de reportes sobre este fenómeno en la década del ’70, y la idea quedó embebida en su cerebro, tal vez en el subconsciente, donde se cocinan los sueños más hermosos y vívidos, junto con las pesadillas más terroríficas.

En muchas aldeas afectadas los habitantes duermen con ropas femeninas con la esperanza de ahuyentar a la entidad que los acecha en el mundo onírico. Craven, en cambio, decidió ponerle un rostro a aquel monstruo, para invocarlo.

Las inspiraciones para el conserje asesino de niños que vuelve de la muerte para acechar a los adolescentes de la calle Elm fueron dos: un anciano que el pequeño Wes vio en la vereda de su casa. El hombre se habría parado y mirado fijo al futuro director de cine, causando un gran impacto negativo. El nombre sale del chico que le hizo bullying durante sus años escolares. Fred Krueger se llamaba, y nunca supo que sus abusos físicos lo convertirían en uno de los monstruos modernos más trascendentales. El característico sweater rojo y verde fue elegido específicamente porque son dos colores que generan incomodidad en la retina del espectador.

Con un concepto atractivo en la cabeza, el guion fue cobrando forma. El monstruo debía tener algo similar a una máscara, pero Craven quería que el actor que interpretara a su criatura pudiera hablar con fluidez y gesticular. Por eso optó por cubrir el rostro con horribles cicatrices de quemaduras. La carne chamuscada permitiría al intérprete crear un personaje con rasgos casi humanos, y al mismo tiempo, se convirtió en una pista sobre el pasado turbulento del otrora asesino infantil. Krueger sería un conserje escolar que fue ajusticiado por los padres de las víctimas, y murió quemado a manos de los vengativos progenitores.

New Line Cinema, una compañía independiente que estaba dispuesta a apostar por el talento nuevo y las ideas originales, puso parte del presupuesto y la logística para la distribución. Craven se dedicó a elegir su elenco, que debía componerse principalmente de jóvenes. Pero el villano debía ser tan amenazante como histriónico, ya que el guion requería que el antagonista jugara al gato y el ratón con sus víctimas e hiciera bromas de humor negro. Pese a que el director quería a un hombre de gran porte, la directora de casting le recomendó a Robert Englund. Aunque no daba con el aspecto físico deseado, el actor demostró que era más que capaz de establecer un registro que oscilaba entre el terror y la comedia.

Es imposible pensar la saga de Pesadilla en lo profundo de la noche sin Englund poniendo su rostro y voz al personaje.

La búsqueda para Nancy, la protagonista que debe enfrentar no sólo al monstruo onírico sino a la incredulidad y mentiras de los padres, fue otro proceso largo. Actrices hoy consagradas como Demi Moore y Courtney Cox pasaron por la lista final, pero fue Heather Langenkamp quien terminó quedándose con el papel. Ella supo caracterizar a Nancy como una chica en apuros al principio que va encontrando la fortaleza necesaria para convertirse en una rival digna frente a una amenaza sobrenatural aparentemente imposible de derrotar.

Un joven Johnny Depp hace su debut cinematográfico como el novio de Nancy, y el rol lo ganó gracias a que la hija del director le pareció lindo. Depp había ido a acompañar a su amigo Jackie Earle Haley, quien décadas más tarde sería Freddy Krueguer en el fallido intento de relanzar la franquicia.

Craven se valió de efectos especiales prácticos hechos con un presupuesto bastante modesto, que lo obligó a recurrir al ingenio para plasmar los segmentos más sangrientos del film. Durante treinta y dos días en 1984 se dedicaron a completar la fotografía principal, en donde se utilizaron casi dos mil litros de sangre falsa, sobre todo para la famosa escena de la habitación.

Cuando se estrenó entre fines de 1984 y principios de 1985 en todo el mundo se convirtió en un éxito inmediato. El cine slasher (asesinos con cuchillos) estaba de moda, y Freddy Krueger le dio un valor agregado a los monstruos enmascarados, convirtiéndose en un ícono global.

Hoy en día, aunque haya gente que no vio alguna de las películas en la exitosa franquicia, la mayoría sabe quien es el hombre de rostro quemado con un guante de jardinero dotado de cuchillas.

Freddy traspasó la barrera cinematográfica. Tuvo su propio programa de televisión, infinidad de líneas de juguetes, adaptaciones en historietas y novelas. Hasta se convirtió en un personaje de la famosa saga de videojuegos Mortal Kombat. Todo el tiempo se habla de nuevos proyectos que quedan en la nada, pero la intención de revivir al monstruo onírico siempre está presente.

Pesadilla en lo profundo de la noche es un clásico del cine de terror. Wes Craven le regaló al mundo una criatura tan despreciable como atractiva, y el director comenzó a consolidar su apodo de “maestro del horror” con un largometraje que, pese a que tiene treinta y siete años, se puede ver en la actualidad sin que haya perdido calidad con el paso del tiempo.

Para esta temporada de Halloween una cita con Freddy Krueger es uno de los mejores planes, sin lugar a duda. Los clásicos rara vez suelen fallar.