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Jauretche: Entre Golpes y Revoluciones – 1 de 2
Galasso adelanta fragmentos que registran las reacciones, los análisis, las tomas de posición del viejo pensador nacional
Jauretche: Entre Golpes y Revoluciones – 1 de 2

Galasso adelanta fragmentos que registran las reacciones, los análisis, las tomas de posición del viejo pensador nacional en momentos cruciales de la vida política argentina: la caída de Yrigoyen en 1930; la insubordinación militar radical de 1933 contra el gobierno probritánico del general Justo; la revolución contra el “régimen” y el fraude de 1943.

6 de Septiembre de 1930: Cae Yrigoyen
Convertido al radicalismo irigoyenista hacia mediados de la década del veinte. Jauretche desempeña varias importantes tareas militantes en el interior del país. A partir de 1929, participa como funcionario de la intervención radical presidida por Borzani en Mendoza y en contrándose allí, se producen en Buenos Aires los hechos que  determinan la caída del gobierno legal del Dr. Hipólito Yrigoyen.

“¡Viva Don Hipólito Yrigoyen!”
“Allá, en Mendoza, al conocerse la noticia del derrocamiento de Yrigoyen, Arturo Jauretche muestra su rabia y su impotencia. “Ser vencidos sin dar pelea no es cosa de criollos”, protesta, mientras, nerviosamente, recorre una y otra vez su departamento. Finalmente, toma el revólver y se lanza a la calle en busca de amigos a quienes convencer de la necesidad de resistir. Su fe Irigoyenista no se resigna a dejar el terreno, nuevamente, a la gente del “régimen” y se descarga en improperios mientras transita las pocas cuadras que lo separan del comité. Pero allí, en la esquina, tropieza con un grupo de exaltados que vivan al golpe militar. Arturo no vacila. Con toda la voz que tiene  les enrostra en plena cara: “¡Viva Don Hipólito Yrigoyen!”. Y saca el revolver para defenderse de los conservadores. “Hubo tiros. Pudo quedar allí tendido, pero la providencia lo sacó del apuro”. Atacado por la patota reaccionaria y mientras prosigue dando vivas a su caudillo e injuriando a sus enemigos, logra refugiarse en una casa de gente amiga. Entonces, “cayó en manos de la policía y fue llevado a la comisaría…Pero había ley marcial y el caso escapaba a la esfera policial. Fue trasladado a un cuartel y encerrado a la espera de ser juzgado. Comandaba ese cuartel el teniente coronel Edelmiro J. Farrel…Bajo la ley marcial solo corresponde una pena: fusilamiento. Tal vez Farrel u otro militar, no quiso echarse a cuestas la vida de un joven…Lo cierto es que, avanzada la noche, Jauretche fue sacado del calabozo y dejado en libertad…” Hora después, viaja rumbo a Buenos Aires. Es la madrugada del 7 de septiembre y él parece adormecido por el traqueteo del tren, pero, de rato en rato, abre los ojos y la mirada se le atigra en un juramento irreversible: ayer hemos sido derrotados, hoy comienza la resistencia.

31 de Diciembre de1933: La Insurrección Radical de Pomar
Desde ese momento, Jauretche vuelca todos los esfuerzos en la lucha contra la dictadura uriburista y más tarde contra el gobierno fraudulento del Gral. Justo, instaurado en 1932.

“Por la soberanía popular que es la libertad de la Patria”

Comienza entonces la odisea de la prisión, que durará varios meses. “En principio, debo reconocer que tuve suerte porque me agarraron después de algunos días de monte. A los que agarraron los primeros días los despenaron sobre el terreno y les sacaron las carchas”. “En la comisaría de Bompland, la primera impresión fue muy desagradable. A mí me pusieron en el patio y me ordenaron recostarme:- Recuéstese, ahí, me dijeron y me dieron un recado. Me di cuenta que era de Tito, un compañero nuestro y lo supuse muerto. Afortunadamente. Había muerto el caballo y le habían sacado el recado, pero luego me enteré que él estaba vivo. El comisario, un tal Bella, tenía tres o cuatro cadenas de relojes sobre la panza- había pelechado con las carchas- que eran relojes de los muertos. Y había colgado en el alambre, una oreja que le había sacado a un milico misionero. Le había cortado la oreja como lujo. Yo iba vestido con un mameluco, el overol de mecánico y tenía $200, de los que en aquella época se llamaban “canarios”, que eran amarillos, como reserva, metido en un doblez del pantalón, en la pierna del mameluco. Como, además, tenía unos pesos sueltos, al día siguiente de estar en la comisaria, hice llamar al turco de la esquina del boliche de la estación Bompland y le compré una camisa y una bombacha y unas alpargatas de modo que me pude sacar el mameluco que estaba muy sucio y la ropa interior. A los días de estar, le mandé mis pocas pilchas, con un chiquilín a una paisana de al lado, para que me las lavara. Después, me acordé que en la costura del pantalón, se habían ido los $200, hijos únicos de madre viuda. Me callé, primero porque el calavera no chilla y segundo, para no beneficiario al de las tres cadenas, que se hubiera quedado con ellos; le hice la cruz a los doscientos…Al otro día, caía la tarde cuando se arrimó un gurí trayendo la ropita.

-Dice mi mama que no es nada, que ella también es de la gente de Yrigoyen. Y agregó, mientras me los alcanzaba:-Aquí están doscientos que iban en la costura…”. ¡Pobrecita! ¡Nunca habrías visto tanta plata junta! Ella no era una intelectual, era substractum social, lumpen proletariat, cabecita negra, chusma, todo eso que dicen los intelectuales. Pero no tenía la dureza de corazón de que habla el Mahatma Gandhi (“Temed la dureza de corazón de los hombres cultos”, Gandhi)…Para ella, era un caído. No la movió, como podría creerse, la solidaridad política; la movió ser mujer, tal como las paren y como ellas paren, sin las desfiguraciones que da la ilustración”.

4 de Junio de 1943: Cae el “Régimen”
Después de seis meses de prisión en el litoral, Jauretche retorna a Buenos Aires y poco tiempo después ya está enfrascado en la fundación de FORJA, desde cuya tribuna se denunciará el Estatuto Legal del Coloniaje, intentando recupera al declinante radicalismo, para la causa popular.

“Trescientas boinas blancas”

Al mediodía del 3 de junio, el forjista Correa le informa a Jauretche que la sublevación militar es inminente. “Había varias conspiraciones en marcha… Nosotros no teníamos conexión directa. Pero el fenómeno significaba el fin del fraude, la posibilidad de un cambio. Y por eso- recuerda Jauretche- había que tratar de gravitar en ese cambio para influir en su orientación”. Horas después, reúne en la sede de FORJA a la mayoría de los afiliados y los pone en estado de alerta. Esa misma noche, después se recabarle información al coronel Gregorio Pomar, se encuentra en el restaurant Edelweis, de la calle Libertad, con los hermanos Rodolfo y Julio Irazusta: “Así que me senté, los hermanos Irazusta me propusieron participar en una conspiración encabezada por el Gral. Menéndez. Dejé dilatar la conversación hasta que una persona que había citado, entró y me confirmó la noticia esperada, con una señal. Entonces les contesté:- En este momento, están saliendo de Campo de Mayo las tropas sublevadas. Pero, ¡es otra revolución!”.

Cerca del mediodía del 4 de junio, los trescientos muchacho forjistas que ha podido juntar se movilizan desde Lavalle y Paraná hasta Plaza Congreso…”Así, aparecieron, después de muchos años, trescientas boinas blancas en las calles de Buenos Aires…Frente el monumento de los Dos Congresos, el compatriota Darío Alessandro hizo uso de la palabra resultando así el primer orador en saludar a la revolución y dar el réquiem a la Década Infame, con vibrante arenga….

La policía, nos disolvió y nos corrió”… Dos años más tarde, al producirse el 17 de octubre, FORJA se disuelve ya que “el pensamiento y las finalidades perseguidas al crearla, están cumplidas al definirse un movimiento popular en condiciones políticas y sociales que son las expresión colectiva de una voluntad nacional de realización cuta carencia de sostén político motivó la formación del FORJA, ante su abandono por el radicalismo”.

El Porteño –  Julio 1984 – Por Norberto Galasso

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