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E.T. – El Extraterrestre
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E.T. – El Extraterrestre

La separación de los padres es una instancia dolorosa para cualquier infante. La incertidumbre de esos primeros días después se combina con la angustia inevitable, surge al darse cuenta que las cosas han cambiado, indefectiblemente.

Cada niño y niña tiene formas distintas de lidiar con el duelo, la pérdida. Para algunos la procesión va por dentro. Otros exteriorizan el malestar en berrinches, cambios de humor.

Algunos crean un espacio seguro en su mente, e incluso pueden llegar a inventar amigos imaginarios que cubran el hueco emocional nuevo, una compañía diseñada a la medida del dolor que necesita ser sanado.

Si el que atraviesa una separación dolorosa es un joven Steven Spielberg, las probabilidades de convertir el padecimiento en una obra de arte crecen exponencialmente. Cuando era un niño sus papás se divorciaron, y Steven creó un amigo imaginario que le dio el confort que necesitó.

Tres décadas más tarde, el pequeño que soñaba con ser director de cine estaba buscando un nuevo proyecto. El recuerdo de aquel quiebre en su infancia, la ausencia de su padre y los esfuerzos de su madre para mantener la casa en pie pasaron a un primer plano dentro de su complejo cerebro.

Encuentros Cercanos del Tercer Tipo había sido un éxito rotundo y buscaba contar otra historia con extraterrestres como protagonistas.

Mientras filmaba Indiana Jones y Los Cazadores del Arca Perdida comenzó a sentir la soledad del rodaje en Túnez, y los recuerdos de su infancia afloraron con más fuerza que nunca. El guion del film nunca producido Night Skies estaba girando en distintas productoras hollywoodenses, sin conseguir alguien que lo financie. Allí se relataba la historia de una invasión alienígena en donde uno de los monstruos quedaba atrás y se hacía amigo de un niño. La escritora era Melisa Mathinson, quien tomaría la idea de esa pequeña sub-trama y la convertiría en una historia completa en tan solo dos meses.

Spielberg estaba maravillado con el nuevo libreto, pero los estudios no tanto. Lo veían como algo blando, muy oscuro para ser una producción de Disney y muy “a lo” Disney” para el resto de las productoras. Columbia Pictures fue la encargada de comprar el guion y comenzar la producción del largometraje, sin mucha fe en lo que estaban haciendo.

Carlo Rimbaldi fue el encargado de diseñar al extraterreste, con la directiva de mezclar en los rasgos del amigable ser espacial a Albert Einstein, Ernest Hemingway y el poeta Carl Sandburg. El resultado fue una de las criaturas más emblemáticas del séptimo arte, cuya vigencia permanece intacta a casi cuarenta años de su estreno.

Henry Thomas, quien era un pequeño niño dando sus primeros pasos a inicios de la década del ´80, tuvo una de las audiciones más famosas de la historia. Spielberg le pidió que llore desconsoladamente y él, sin dudarlo, estalló en llanto, conmoviendo a todos los que estaban alrededor. Con la adición de una aún más pequeña Drew Barrymore como su hermanita, quien también consiguió dar una interpretación conmovedora, el elenco principal se había completado.

La historia del pequeño E.T, quien queda varado en la Tierra y se hace amigo de Elliot , un chico que se está criando en una familia separada, tardó poco más de dos meses en filmarse. Spielberg agregó escenas de “acción”, como la persecución, para añadirle más emoción al último acto. El resto del guion se rodó casi textual.

El cineasta colocó la cámara siempre al nivel de los ojos de los pequeños, para que la audiencia pudiera experimentar los eventos con la perspectiva de los niños. E.T es un cuento fantástico con elementos de ciencia ficción cuya temática es la superación de problemas aparentemente insondables. El extraterreste necesita comunicarse con una civilización avanzada sin los recursos tecnológicos adecuados. Los niños tienen que aprender a convivir con una rutina de vida en la cual la figura paterna brilla por su ausencia y la materna es una presencia casi omnipresente. Ella siempre está trabajando, siempre llega tarde a los eventos porque intenta llevar adelante una casa en donde falta un miembro adulto que complemente.

Los chicos se ven envueltos en una aventura que involucra hasta al FBI. Los “grandes” son incapaces de ver la pureza del alienígena, lo quieren solamente para estudiarlo. Elliot, en cambio, está cada vez más unido a E.T, al punto de desarrollar una relación casi simbiótica.

El resultado final fue una de las películas más taquilleras y aclamadas de la historia, que llegó a superar en recaudación a Star Wars incluso. El film apelaba a los fanáticos de la ciencia ficción, a los amantes de las aventuras, a los que disfrutan del drama y la comedia. Spielberg “parió” escenas inmortales que se han referenciado y parodiado hasta el hartazgo. Incluso su productora, Amblin Entertaiment, tiene como logo a Elliot volando en bicicleta con E.T en la canasta del vehículo.

Durante décadas se especuló que la raza de E.T era parte de la mitología de Star Wars, ya que cuando ve a un niño disfrazado del maestro Yoda parece reconocerlo. Spielberg y George Lucas son amigos desde la juventud, y se viven haciendo homenajes en diferentes películas. Pero cuando Lucas estrenó las “precuelas”, colocó en una escena del Senado Intergaláctico a un grupo de extraterrestres de igual fisonomía de E.T.

Así que en retrospectiva podemos afirmar que E.T el extraterrestre está ubicada en el mismo universo de Star Wars, por más alocado que suene.

Los efectos especiales son tan atemporales como la historia. Spielberg lanzó versiones con efectos mejorados por computadora que no sólo no sumaron nada, sino que generaron malestar en los fanáticos. Otro testimonio del poderío visual que supo desarrollar el entonces joven director, que estaba llegando a uno de los picos de su creatividad.

La “cereza del postre” es la música del inmortal John Williams, que entregó otra obra maestra, de esas que abundan en su extenso currículum. Sin aquellas melodías icónicas probablemente el film hubiera perdido intensidad y valor emotivo, pero el gran colaborador musical del director rara vez pisa en falso, y en E.T demostró una vez más por qué es el mejor compositor cinematográfico de la historia.

E.T es un clásico del séptimo arte, que apela a todos los públicos, no sólo el infantil/juvenil. Para aquellos más jóvenes que tal vez no la hayan visto, Netflix ofrece la increíble oportunidad de descubrir por primera vez esta gema. Y aquellos que ya la han disfrutado pueden sentarse frente a la pantalla y revivir las emociones imperecederas que Steven Spielberg le regaló al mundo allá por 1982.

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