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Batalla de Cepeda
Los dos ejércitos se encontraron en Cepeda, el 23 de octubre de 1859
Batalla de Cepeda

La caída de Rosas parecía el fin de las disputas provinciales: sin embargo, a partir de ella, los enfrentamientos se tornarán más encendidos que nunca.

Urquiza era visto con recelo desde Buenos Aires: se trataba por cierto, de un representante del interior que- para colmo- osaba entrar a la ciudad de divisa punzó.

A su llegada, Urquiza buscó aliados políticos, pero las cosas habían cambiado: los rosistas y los antirrosistas de Buenos Aires se habían unido para asegurar la unidad bonaerense, frente a los avances del interior.

Urquiza nombro nuevo gobernador de la provincia de Buenos Aires a Vicente López y Planes. Convocó además a los gobernadores de las provincias a firmar un acuerdo en San Nicolás de los Arroyos, el 31 de mayo de 1852, con el objetivo de lograr un consenso que permitiera la sanción una nueva y definitiva constitución.

Urquiza intentará una difícil conciliación entre los intereses porteños y los de las provincias… El poder de Buenos Aires era demasiado grande y el de las provincias demasiado débil como para intentar un proyecto contra la voluntad de la capital o prescindiendo de ella.

Los porteños, viendo amenazado sus privilegios, cerraron sus filas y formaron el Partido Liberal. Aprovechando la ausencia de Urquiza, que asistía en Santa fe a la inauguración del Congreso Constituyente, el 11 de septiembre de 1853 estalló una revolución en Buenos Aires.

El movimiento reclamaba la renuncia del gobierno y la nulidad del Acuerdo de San Nicolás, y proclamaba como gobernado al jefe del movimiento, Valentín Alsina. Pero casi simultáneamente, tropas federales que respondían a los intereses del Litoral sitiaron Buenos Aires exigiendo el cumplimento del Acuerdo.

Como consecuencia del sitio, Urquiza perdió los escasos apoyos que tenía los porteños. La situación era violenta y muy conflictiva, pero finalmente prevaleció el intentó de Alsina y Buenos Aires no concurrió al Congreso. Quedó establecido de este modo un gobierno autónomo, que fue reconocido por el Director provisorio de la Confederación, Justo José de Urquiza. Por un lado se constituyó la Confederación Argentino, una irregular amalgama de trece provincias que respondían a un gobierno con capital en Paraná. Por el otro, el Estado de Buenos Aires, con intereses definidos, una más sólida posición financiera y una relativa unidad política. Se trataba de dos proyectos y de dos capitales, con intereses contrapuestos.

Con la secesión entre Buenos Aires y el resto del país, se inició una etapa de casi diez años de difícil convivencia e inestabilidad, fruto de enormes desequilibrios económicos que  provocarías disputas, acuerdos  y enfrentamientos entre los dos gobiernos.

La Confederación Argentina intentó llevar adelante un modelo que pretendía “olvidarse” de Buenos Aires e instalar una nueva nación, Sin duda, era un proyecto ambicioso los provincianos mantenía fortísimo arraigos  hacia su tierra y sus caudillos. No era sencilla la tarea de Urquiza debía “inventar” el Estado. Urquiza organizó el Estado a partir de la integración de los gobiernos provinciales al gobierno nacional, lo que le dio a las provincias una importante cuota de poder y decisión. La Confederación manejaba un presupuesto escaso, producto de la falta de recursos económicos y naturales la zona más rentable era la Mesopotamia, productora de ganado y cereales, el resto de las provincias, aisladas, desarrollaban actividades económicas destinadas a la subsistencia o a un pobre intercambio con países limítrofes- Paraguay, Chile y Bolivia-. Paraná pretendía constituirse en una fuerte competidora de Buenos Aires y hacer frente a la mayoría de los gestos de la Confederación.

Sin duda, la primera situación a resolver era la formación de un ejército confederal, protector de las fronteras externas e internas, que podían ser atacadas desde Buenos Aires o por los “malones” indígenas.

Batalla Cepeda – revisionistas.com.ar

Urquiza debía mirar con resignación la conformación de dos tipos de ejércitos: el Nacional, formado por tropas del litoral, y los provinciales, que respondían a los caudillos regionales.

Urquiza intentó mejorar la pobre situación económica de la Confederación. Firmó tratados comerciales con los Estados Unidos. Francia e Inglaterra y solicitó créditos a Brasil. Estimuló la inmigración, creando colonias agrícolas en las provincias del Litoral, para desarrollar la producción lanera y cerealera, fomentó la enseñanza y los estudios científicos.

Pero los problemas económicos del interior eran estructurales: faltaban tierras, capitales y no había suficiente mano de obra. Por otra parte, la Confederación, era un proyecto en crisis permanente porque no podía funcionar sin Buenos Aires. Esta, en cambio, si podía funcionar sin la Confederación. Era necesario hallar una solución al problema de la secesión, sin embargo los provincianos se resistían a unirse  a Buenos Aires en calidad de subordinados.

Mientras la Confederación languidecía, Buenos Aires gozaba de cierto bienestar económico; su economía se iba dibujando alrededor de un puerto que explotaba cereales y ganado e importaba de Europa todo lo demás, desde manufactura hasta ideas políticas.

El proyecto de Urquiza se desmoronaba: los capitales extranjeros  no llegaban, carecía de una moneda fuerte, el Estado no lograba nacionalizar sus instituciones.

Las bases materiales estaban en terreno porteño. El último intento de modificar esta situación por parte de la Confederación Argentina consistió en endurecer sus políticas hacia Buenos Aires; fracasados los intentos de reunificación, en 1857 se dictaron las Leyes de Derechos Diferenciales,  que establecían ventajas  para los productos que llegaban a su territorio sin pasar por Buenos Aires.

La ley era una abierta provocación a los porteños. La respuesta  no tardó en llegar. Un decreto del gobernador Alsina prohibía el paso por aguas porteñas de productos de la Confederación. Era una abierta guerra económica y solo faltaba encender una mecha para que todo estallara.

La guerra económica, entonces, dio paso a las armas. Los dos ejércitos se encontraron en Cepeda, el 23 de octubre de 1859. Las tropas porteñas, el mando de Mitre, cayeron derrotadas.

La victoria le daba a Urquiza una aparente capacidad negociadora. Sin embargo, mostro una actitud moderada y no entro en Buenos Aires, sino que estableció su campamento en San José de Flores. Su intención era resolver rápidamente el conflicto.

Por medio del pacto de San José de Flores, firmado el 11 de noviembre de 1859 se acordó el ingreso de Buenos Aires a la Confederación y que ésta debía aceptar las reformas que Buenos Aires realizara a la Constitución.

Finalizado el mandato de Urquiza, fue electo presidente de la Confederación Santiago Derqui y como vicepresidente Juan Esteban Pedernera.

Mitre fue electo, en mayo de 1860, gobernador de Buenos Aires con Sarmiento como ministro de gobierno. Los sectores ultraporteños “encabezados por Alsina” fueron momentáneamente desplazados por el sector mitrista.

Asterisco- 23-10-07 – Por Felipe Pigna

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