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Matrix
PELÍCULAS QUE REVOLUCIONARON EL CINE - DISPONIBLE EN NETFLIX
Matrix

A lo largo de la historia del cine algunas películas cambiaron la forma de establecer narrativas. Son films “bisagras”, marcan un antes y un después, generando numerosos productos que intentan emular esa magia embotellada. En 1941 Orson Welles revolucionó la forma de ubicar la cámara para componer una escena con El Ciudadano. No exageramos al decir que el cine moderno termina de nacer con esta cinta.

Antes, la cámara era más estacionaria, siempre desde la perspectiva humana. Welles introdujo movimientos de cámara imposibles de realizar por un ser humano, creando lo que conocemos como una visión “omnisciente” para poder inmiscuirnos en la intimidad de los personajes cual aves espías. El Ciudadano refinó las técnicas de edición, generando un ritmo narrativo por momentos vertiginoso, intercalando las escenas de diálogo con encuadres novedosos, utilización de planos detalles de objetos y perspectiva distorsionada para enfatizar el ánimo de la escena, entre tantos otros recursos que implementó o mejoró el director.

Todos estos elementos técnicos son comunes hoy en día. Ochenta años de films que utilizaron estas herramientas novedosas las volvieron moneda corriente. El ojo del espectador se acostumbró tanto a esta forma de narrar que no piensa en cómo se filmaban las películas antes, y es probable que al ver cintas anteriores noten el cambio radical en la forma, aún sin comprender los aspectos técnicos. Las revoluciones en cualquier medio artístico imponen —sin querer— un canon y este se incorpora al lenguaje de forma orgánica.

¿Imaginan entrar al cine después que una película comenzó? Antes del estreno de Psicosis en 1960 era habitual que la gente comprara entradas y entrara a mitad de la proyección sin problemas. Alfred Hitchcock puso en el inicio de su película un giro impactante y novedoso en la trama, obligando a los espectadores a asistir desde el inicio y forzando a los dueños de las salas a no permitir el ingreso una vez que empezó la proyección. Psicosis también fue la primera película en la que se mostró un inodoro en cámara, pero ese es un dato anecdótico más que “revolucionario”.

En 1999 el cine de ciencia ficción era un género establecido, con films que habían dejado su huella en el imaginario popular. Stanley Kubrick puso su firma a la épica 2001: Odisea del Espacio, en la cual tomó a uno de los escritores más importantes —Isaac Asimov— y lo adaptó para brindarle a un público acostumbrado a las historias del espacio más naif y menos “científicas” un nuevo concepto, creando una nueva era de películas más adultas, con efectos especiales innovadores que fueron el puntapié inicial para las grandes sagas espaciales, como Star Wars, que se convirtieron en productos icónicos. Blade Runner, de Ridley Scott, imaginó un futuro distópico en donde las máquinas y los seres humanos coexistían y entraban en conflicto, y lo hizo en 1982. Alex Proyas estrenó en 1998, un año antes de Matrix, una película que tomaba el estilo de cine “negro”, o noir, dentro de una trama de ciencia ficción, convirtiéndose en una cinta de culto a la cual muchos alegan que las Hermanas Wachowskis tomaron más de una referencia para elaborar su épica. Se llamó Dark City, y vive bajo la sombra de su predecesora injustamente.

El séptimo arte estaba listo para entrar al nuevo siglo con un producto capaz de cambiar el paradigma, y esa obra fue Matrix, estrenada en 1999 y considerada una de las películas más importantes de ciencia ficción de la historia.

El argumento nos muestra a Neo, un programador informático que entra en contacto con Morfeo y Trinity, dos nombres conocidos en el mundo subterráneo de la urbe, legendarios por ofrecer una puerta de salida al sistema en el que vive la gente. Lejos de ser un grupo anarquista común y corriente, Neo descubre que lo que llamamos “realidad” es una compleja simulación establecida por las Máquinas, quienes crearon una simulación en donde los humanos viven, mientras que en el mundo real están conectados a un complejo sistema con forma de panal, en donde sirven como baterías humanas para que estas máquinas se perpetúen en el poder.

Morfeo cree en la profecía que habla de un “elegido” capaz de terminar con la guerra entre las máquinas y la resistencia, que se vio obligada a refugiarse bajo tierra. Se mueven por los laberínticos túneles a bordo de naves futuristas, escapando del asedio de los centinelas, máquinas capaces de penetrar el metal y asesinar a todos los humanos que se le interpongan. El objetivo final de las máquinas es llegar a Zion, la ciudad en donde viven los últimos vestigios de la humanidad.

Una vez desconectados, los humanos pueden volver a “enchufarse” a la realidad virtual, pero poseen ciertas ventajas sobre aquellos que aún están “dormidos”. Las reglas de la física no se aplican del todo, ya que son capaces de hackear el código informático de la simulación. Así, estas personas son capaces de ralentizar el tiempo, tienen fuerza sobrehumana, hasta pueden esquivar balas y volar. Las reglas no se aplican a estos agentes de la resistencia, que pese a estas capacidades especiales son incapaces de enfrentarse a los Agentes, programas de protección —antivirus, podríamos decir— que tienen las máquinas dentro de la Matrix capaces de moverse con total libertad dentro de la realidad virtual, convirtiéndose en adversarios formidables y en apariencia invencibles. Solo el Elegido puede ser capaz de vencer a uno de estos enemigos, y es tarea de Morfeo entrenar a Neo para que desarrolle todas sus capacidades y le ponga punto final a la batalla.

Neo, aparte de entrenar su cuerpo, debe liberar su mente y, sobre todo, creer en su destino.

El film comenzó a desarrollarse tras el éxito de crítica que tuvo el primer film de las Wachowskis, titulado Bound. En Warner Bros les otorgaron un presupuesto modesto para los estándares actuales, y comenzaron con el proceso de elección de reparto.

Las directoras eligieron a: Keanu Reeves en el papel de Neo, Laurence Fishburne como el líder de la resistencia humana Morfeo, Carrie-Anne Moss en el rol de Trinity, segunda en comando de la nave Nabucodonosor, y el gran Hugo Weaving encarnando al villano principal, el Agente Smith, encargado de depurar a los rebeldes que se desconectan de la Matrix.

Todos se tuvieron que someter a una ardua pre-producción que involucró la lectura de múltiples libros sobre filosofía, bioética y robótica, así como un extenuante entrenamiento físico para dominar los movimientos necesarios de las ambiciosas coreografías de pelea, diseñadas por el legendario artista marcial Yuen Woo-Ping, de origen chino, que creó y popularizó el Wire-fu, una combinación de pelea cuerpo a cuerpo y trabajo con cables para que los actores puedan elevarse y flotar sobre los escenarios.

El estilo visual de las escenas de acción fue el primer cambio radical que establecieron las Wachowskis con Matrix. Hasta entonces las películas de artes marciales de Hong Kong estaban repletas de peleas en donde los actores utilizaban los cables y parecían flotar con gracia en las escenas, pero el público occidental no estaba habituado a ver este tipo de elegancia narrativa en medio de la lógica violencia requerida en las películas de acción. Gracias a Matrix los films comenzaron a incorporar el trabajo con cables y coreografías más complejas, con un enfoque más cercano al estilo oriental de filmación que el canon occidental.

El segundo cambio de paradigma se dio desde el departamento de efectos especiales y por computadora. El famoso bullet timenació acá, y hasta entonces nadie en el mundo había visto algo similar. El bullet time permite ver movimientos que en general escapan al ojo humano por su velocidad, como el recorrido de una bala —de ahí su nombre en inglés— pero, al mismo tiempo, le da la posibilidad a la cámara de moverse con libertad, cambiando el ángulo sin un corte de edición visible. Matrix le regaló al mundo una nueva forma de retratar la acción, dándoles a los directores y directoras más opciones para acentuar el dramatismo de una escena y, al mismo tiempo, dotarlas de una belleza nunca antes vista. Hoy en día es un efecto especial tan común y corriente que es difícil entender por qué los espectadores salieron anonadados de las salas de cine a fines del siglo XX.

Matrix también puso en el mapa un sub-género de la ciencia ficción llamado ciberpunk, en donde los autores plasman sus visiones sobre el futuro en donde la tecnología avanzó tanto que, lejos de mejorar el nivel de vida de las personas, lo termina subyugando y empobreciendo. Las directoras acá tomaron ese concepto para trasladarlo de forma literal, haciendo de los villanos máquinas incapaces de sentir nada, con el único objetivo de convertir a la humanidad en meras baterías para alimentar sus circuitos.

La combinación de elementos de filosofía, artes marciales y efectos especiales hicieron de Matrix tanto un éxito de taquilla y crítica como un fenómeno de culto. Popularizó el debate sobre la teoría real que afirma que nuestra realidad es una compleja simulación llevada a cabo por fuerzas superiores que no podemos ver, en plena era de la explosión masiva que tuvo Internet y el impacto que generó en nuestras vidas cotidianas. Las directoras consiguieron expandir el universo que crearon con dos secuelas —y hay una tercera que se estrena a fin de este año—, un film animado, tres videojuegos e historietas.

La película tuvo sus detractores, quienes afirmaron que el film era una copia burda de productos como la mencionada Dark City o el manga Ghost in the Shell, todo aglomerado con diálogos pretenciosos que querían sonar más inteligentes de lo que eran. Pero la realidad es que nunca hubo un juicio por infringir los derechos de autor de otras obras, y esta primera parte de Matrix supo encontrar el equilibrio con un guión lleno de conceptos disparadores de debates filosóficos profundos para un público general que no suele consumir filosofía, junto a escenas de acción innovadoras, revolucionarias, que fueron el molde para la industria en los años venideros.

Matrix se encuentra en el panteón de los films inmortales, esos que dejaron una huella notable, cuyas influencias, veintidós años más tarde, aún son palpables. Vale la pena verla por primera vez o volver a descubrir por qué se sigue hablando de esta película dos décadas más tarde. La pueden encontrar disponible en el servicio de streaming Netflix.

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