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Adicciones Clásicas y Nuevas Adicciones
Un signo de curación es cuando el paciente es capaz de vivir y dar sentido a la soledad en su vida
Adicciones Clásicas y Nuevas Adicciones

Las adicciones están ligadas a la conducta humana desde hace siglos: algunas son eternas, pero otras se van incorporando al ritmo de los cambios sociales. Y eso es justamente lo que ha pasado en esta última década, un exceso de nuevos hábitos compulsivos que está obligando a los expertos a replantearse desde el término adicción hasta los tratamientos. Así, las típicas adicciones “clásicas” que tienen como objetos sustancias tóxicas como drogas, tabaco o alcohol, dan hoy lugar a la aparición de adicciones que se relacionan con otro tipo de objetos o prácticas, son adicciones del orden de lo psicológico, como la adicción a la internet, al celular, al chat, al sexo, a las relaciones humanas dependientes o a las compras: son las llamadas “nuevas adicciones”. Son propias del contexto social en el que estamos inmersos.

Cuando nos referimos a ellas, hablamos de adicciones también, ya que si bien la manifestación del síntoma es novedosa, cumple con las características que hacen de una conducta, una adicción:

•             Modificación de la tolerancia al consumo, ya que cada vez se necesita más para obtener el mismo efecto
•             Malestar físico y/o psíquico ante la privación
•             Dependencia
•             Búsqueda constante de la sustancia/ actividad  aún reconociendo sus aspectos negativos
•             Alteración de los ejes sociales, físicos o psíquicos por su consumo

Como se ve, la adicción no tiene tanto que ver con la periodicidad con que se consume o se practica aquello a lo que se es adicto, sino más bien con las consecuencias y repercusiones negativas de la práctica adictiva en el sujeto, así como la falta de control sobre las mismas.

Las adicciones a las drogas, al sexo, las compras, trabajo, internet, redes sociales, celular, etc, no son fenómenos totalmente desvinculados entre sí. La causa de las diferentes adicciones no suele estar vinculada con el objeto en sí mismo, sino más bien con nosotros mismos.

En el contexto actual, se puede ver el surgimiento de muchas de las llamadas nuevas adicciones, y la dificultad de reconocerlas como tales, debido a su novedad y a que pueden hasta resultar inofensivas y cómicas en ciertos casos. Sin embargo, cuando hablamos de adicción, ya hacemos referencia al consumo descontrolado, donde el sujeto pierde la capacidad de control y decisión sobre su conducta, y donde la práctica de la conducta adictiva genera malestar y consecuencias negativas.

Mencionaremos a continuación, algunas de las llamadas nuevas adicciones.

•             Adicción al sexo, no vinculado con la búsqueda del placer, sino con un desorden cerebral crónico, con conductas compulsivas, excesivas y riesgosas. Se vincula la adicción al sexo con la producción de dopamina y epinefrinas en el cerebro, sustancias que elevan la sensación de placer y de riesgo.

•             Adicciones a las relaciones, o codependencia. Generando vínculos dependientes, no saludables, muy propensos al maltrato de diferentes formas y a la pérdida de la autonomía.

•             Adicción a Internet, fenómeno propio de la actualidad por la masificación en el acceso a la web. La utilización de Internet en forma adictiva y dependiente es un claro ejemplo de una nueva adicción, donde la vida social del sujeto se ve afectada, donde se genera malestar y síndrome de abstinencia ante la falta del servicio. Un claro ejemplo es la necesidad de constante revisión del correo electrónico, de las noticias, consumo de pornografía o de uso de las redes sociales. Algunos especialistas afirman que la adicción no es a Internet en sí misma, sino a ciertos contenidos en particular. Entre muchas de las consecuencias negativas de este tipo particular de adicción, podemos destacar el aislamiento social, irritabilidad, sedentarismo, dolores de cabeza y contracturas, disminución y empobrecimiento de las relaciones sociales, etc.

•             Adicción a las redes sociales, como Facebook o Twitter, que llevan a suplantar la interacción cara a cara, y que generan niveles de adicción más altos que los relacionados con el consumo de tabaco y de alcohol.  Se suele llegar a dar más valor a las amistades por chat, que a las relaciones reales.

•             Adicción al juego. Los jugadores patológicos no pueden controlar sus impulsos de jugar. Por lo general, esto provoca problemas en el trabajo, la escuela o las relaciones. La depresión, el consumo de alcohol y de drogas pueden estar asociados con el juego patológico. Es posible que los afectados también piensen en suicidarse, según la Biblioteca Nacional de Medicina.

•             Adicción a las compras, caracterizada por la compra de artículos que no se necesitan, de forma compulsiva, excediendo las posibilidades económicas del comprador, y generando luego, malestar y sentimientos de culpa, además de las consecuencias económicas y sociales que traen como resultado.

•             Adicción a los videojuegos, pudiéndose hablar de ludopatía, cuando todo el interés está en torno al videojuego, al cual se le dedican hasta más de 8 horas diarias, y generándose una pérdida de interés por casi todo lo demás.

•             Vigorexia, o adicción al gimnasio, consecuencia del culto a la imagen perfecta, y de la belleza asociada a la mayor masa muscular posible. Quienes la padecen, aún sin serlo, se perciben como flacos y debiluchos, y sus conductas comienza a afectar su forma de comer, de relacionarse, e incluso comienzan a ingerir sustancias como esteroides, complejos vitamínicos, etc.

•             Otras adicciones: al trabajo, a la bolsa de valores, a las cirujias estéticas, a la televisión, etc.

Como dijimos anteriormente, todas implican conductas impulsivas y la imposibilidad de autodominio por parte de quien las padece. El malestar y las consecuencias en los distintos ejes generan la necesidad de tratamiento y de afrontar el problema para intentar una modificación de la conducta y la eliminación del malestar.

Algunas adicciones son más visiblemente destructivas que otras, pero esto no quita de que no debamos estar atentos o que subestimemos a aquellas que son más solapadas, ya que todas son dañinas y empobrecen al sujeto, pueden tener comomorbilidad con otras adicciones o pueden preparar el terreno para su aparición, así como también son evidencia sintomática de un malestar de fondo en el sujeto.

En el abordaje terapéutico de las adicciones, es fundamental buscar que el adicto vuelva a adquirir el control sobre sí mismo y sobre su vida, así como que logre retomar sus vínculos con los demás; su vida social. La eficacia en el tratamiento de las adicciones depende tanto del terapeuta como de la eficiencia del equipo profesional que lo complementa. Es una parte fundamental también, y muy difícil, logar que el paciente reconozca su enfermedad, que pueda asociar su malestar y dificultades para pensar con la conducta impulsiva,  y que se acepte en su condición de adicto y en su posición de necesitar ayuda, para poder pedirla y trabajar en la recuperación. Nos recordemos también que generalmente el adicto no da el paso hasta que no ha tocado fondo, y “entendemos por tocar fondo cuando su vida se ha deteriorado y degradado considerablemente”.

A medida que va avanzando el proceso terapéutico, se pondrá una mayor atención en una nueva red social y en la adquisición de nuevos hábitos de vida.

Un signo de curación lo vemos cuando el paciente es capaz de vivir y dar sentido a la soledad en su vida. Finalmente, el mantenimiento también es un periodo en el que hay que prevenir la recaída; es una continuación de lo aprendido. “Uno deja de ser víctima cuando comienza a responsabilizarse de su propia vida.”

Lic. Sergio Saliche
institutoredba.com.ar/

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