Paredes de Canto
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Pablo Milanés: Años
Mucho se habla del tiempo, de su paso, de la vejez y de la experiencia que, al fin y al cabo, solo sirven a cada uno y de manera diversa.
Pablo Milanés: Años

Años

El tiempo pasa,
nos vamos poniendo viejos,
el amor no lo reflejo, como ayer,
en cada conversación,
cada beso, cada abrazo,
se impone siempre un pedazo de razón.
Pasan los años,

y como cambia, lo que yo siento,
lo que ayer era amor,
se va volviendo otro sentimiento.
Porque años atrás,
tomar tu mano,
robarte un beso,
sin forzar un momento,
formaban parte de una verdad.

El tiempo pasa,
nos vamos poniendo viejos,
el amor no lo reflejo, como ayer.
En cada conversación,
cada beso, cada abrazo,
se impone siempre un pedazo de temor,
vamos viviendo,
viendo las horas, que van muriendo,
las viejas discusiones, se van perdiendo
entre las razones.
A todo dices que sí,
a nada digo que no,
para poder construir,
la tremenda armonía,
que pone viejos, los corazones.

El tiempo pasa,
nos vamos poniendo viejos,
el amor no lo reflejo, como ayer,
en cada conversación,
cada beso, cada abrazo,
se impone siempre un pedazo de razón.

Pablo Milanés

“El Tiempo Pasa  nos Vamos Poniendo Viejos”  y Llegamos o nos Vamos…no lo sé

Mucho se habla del tiempo, de su paso, de la vejez y de la experiencia que, al fin y al cabo, solo sirven a cada uno y de manera diversa. Pablo Milanés, cantautor y guitarrista cubano, uno de los fundadores —junto a Silvio Rodríguez y Noel Nicola— de la Nueva Trova Cubana, expresa poéticamente:

“El tiempo pasa nos vamos poniendo viejos/y el amor no lo reflejo como ayer./ Y en cada conversación, cada beso, cada abrazo/se impone siempre un pedazo de razón”

Y claro, la vida y el paso del tiempo nos transforman; no podríamos seguir siendo los adolescentes que fuimos, aunque sí podemos conservar un dejo de la niñez, por ello, los adultos jugamos.

Jugamos tanto más o menos como la vida lo hace con nosotros. A veces, se descubre el infame juego existencial a temprana edad, y otros lo descubren más tarde, como sea, nadie está exento de ser hijo del hado y de las circunstancias que no maneja. El espíritu lúdico es el único reaseguro que nos permite no perder la brújula sensible, una brújula ajena a las obligaciones, rutinas y mandatos. Cuando todo es demasiado serio corremos el gran riesgo de no poder recrearnos, deconstruirnos y volver a armarnos. Desde mi humilde y singular visión, la razón es necesaria para poder timonear las ideas que los sentires empujan y el juego es parte del trayecto.

Más allá de todo esto, que no deja de ser una opinión personal y por ende subjetiva, me quedé pensando en una frase de Platón  “ El tiempo es la imagen de la eternidad en movimiento” (427-347 a.C.) por ende, todo lo que se mueve se transforma. El punto en cuestión no sería entonces que nos vamos poniendo viejos, sino que formamos parte de una rueda eterna que no cesa de girar, por lo cual no estoy muy segura si llegamos o nos vamos, no lo sé. Más allá de ello me remonto a unos versos que escribí hace mucho y que forman parte de un poemario titulado El tiempo ríe y que en sus primeros versos dicen así:

“Y el tiempo ríe
ensordecido
por la soberbia
que nos aqueja.
Mi ayer bromea
en brazos
de otros ayeres
que nada saben de mí
ni de tantos como yo
y el mañana después del mañana
nada sabrá de nuestro corazón
en el siglo que por azar nos cobijó.
Somos prescindibles
enfebrecidos
por la savia eterna
que parece susurrar
aún no expira el tiempo,
aún no.
Mas, sólo somos
un instante sin medición
en una panacea
que huye
de nuestro reloj…

Ana Caliyuri

Más allá de la poesía, las canciones y los dichos, cada uno es tan vetusto como los son sus sueños perdidos, he conocido jóvenes viejos y viejos jóvenes, y con o sin razón, los sueños siempre están cargados de amor. Condición sine qua non para asirlos y remontarlos como barriletes sin hilos…

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