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Los Dos Papas
Radiografía de un Momento Histórico – Disponible en Neflix
Los Dos Papas

En 1415 el entonces papa Gregorio XII renunció al máximo cargo dentro de la Iglesia Católica. Estuvo en Roma casi una década, en medio de un conflicto que duraría casi cuarenta años: la existencia de tres papas, —Juan XXIII y Benedicto XVI, aunque ninguno de los dos es considerado como sumo pontífice oficial en la historia— ya que en 1378 se habían celebrado dos cónclaves por separado que proclamaron dos autoridades distintas. Las diferencias ideológicas que se generaron en el suceso conocido como Cisma de Occidente finalizaron cuando Gregorio XII presentó su renuncia, terminando así con un conflicto que no solamente afectó a la Iglesia sino a los gobiernos más importantes de Europa.

Desde el siglo XV el soberano de la Ciudad del Vaticano se sucedió con normalidad, como estipulan las leyes, tras la muerte del mismo y la elección llevada a cabo mediante un cónclave secreto, en el cual los integrantes del Colegio Cardenalicio (uno de los máximos rangos al cual puede aspirar un sacerdote) determinan quien será el sucesor de Pedro. Si bien el papa Juan Pablo II hizo algunos cambios en las normativas, la esencia de cómo un Obispo llega al máximo cargo se mantiene.

El 19 de abril del 2005 Joseph Ratzinger fue proclamado sumo pontífice tras la muerte del popular Juan Pablo II. Eligió el nombre Benedicto XVI y se enfrentó a la dura tarea de suceder a una de las figuras más carismáticas que tuvo la Iglesia en la era moderna. No sumaba que el entonces cardenal tenía un perfil mucho más conservador y estuvo rodeado de polémicas, y se temía que su mandato devolviera diera marcha atrás a varios cambios que se habían dado las décadas anteriores. Chocó con clérigos y autoridades musulmanas al citar un texto en donde caracterizaba al islam de forma despectiva. Muéstrame también aquello que Mahoma haya traído de nuevo, y encontrarás solamente cosas malvadas e inhumanas, como su directiva de difundir por medio de la espada la fe que él predicaba.

También durante su papado se enfrentó a numerosos casos de pedofilia por parte de sacerdotes, se demostró como la Iglesia ayudaba a los criminales a evadir las leyes, y muchas veces se cuestionó su afiliación política e ideológica en la Alemania Nazi donde pasó su infancia.

El 11 de febrero del 2013 el mundo amaneció con una de las noticias más impactantes de los últimos siglos. Benedicto XVI anunció que renunciaba a su cargo, en pleno uso de sus facultades y con total libertad, aduciendo que su avanzada edad le impedía estar al frente de la institución. No fue sino hasta el 13 de marzo que el cónclave, en su quinto día, encendió la famosa fumata blanca, y en el Vaticano se conoció la identidad del nuevo papa. Jorge Mario Bergoglio, argentino, jesuita y fanático de San Lorenzo de Almagro, salió al balcón frente a la Plaza San Pedro. Su nombre como sumo pontífice fue Francisco, en homenaje al santo San Francisco de Asís.

El inicio del nuevo papado empezó con varias particularidades. Por primera vez convivía el nuevo papa con un papa emérito. Era la primera vez que había un sumo pontífice de origen sudamericano. Cambió la tradicional residencia en el Palacio Apostólico Vaticano por una residencia más humilde en Casa Santa Marta y de inmediato intentó solucionar graves problemas institucionales que había heredado, como la protección a curas pedófilos y los números irregulares del Banco Vaticano. Bergoglio había salido segundo en el cónclave anterior y se sabe que, ante los rumores de renuncia de Benedicto XVI él tenía conocimiento que el puesto probablemente le sería asignado. Era el candidato puesto, por decirlo de alguna forma, pese a que el cardenal argentino no estaba muy conforme con semejantes honores.

La historia de Los dos papas fue dirigida por el cineasta brasilero Fernando Meirelles, quien tiene, entre su extensa filmografía, la ya clásica película Ciudad de Dios. (que pese al título, para quienes no la hayan visto, poco tiene que ver con alguna temática eclesiástica) Aquí se narra un poco la juventud de Bergoglio en Argentina, incluidos los polémicos años de la dictadura, interpretado por el actor argentino Juan Minujín. Sin embargo el plato fuerte del film son las charlas, discusiones y debates entre Benedicto XVI, interpretado por Anthony Hopkins, y Jonathan Pryce en el rol de Jorge Bergoglio. El guión decide concentrarse en todo el proceso que llevó adelante en entonces papa en los últimos días de su gobierno, mientras “tanteaba” al cardenal argentino (quien no residía en Europa) sabiendo casi con certeza que sería electo.

Los dos papas tienen un enfoque inteligente a la hora de aproximarse a los hechos reales. Las escenas sobre la juventud de Francisco se mantienen como pequeños flashbacks que ayudan a contextualizar al personaje, pero en vez de concentrarse en hacer una bio-pic (una película biográfica) sobre ambos papas, el director prefirió recrear un momento histórico. La diferencia puede parecer poca, pero esta sutileza a la hora de encarar el proyecto le dio a la película un aire más “documental”, concentrado en los dinámicos diálogos entre dos de las personalidades más importantes vivas del siglo XXI, mientras debaten desde tópicos propios de la Iglesia hasta temas más “terrenales” como arte o fútbol.

Las actuaciones de ambos protagonistas son excepcionales. Sin estos dos hombres frente a la pantalla todo el film se desmoronaría. Tanto Hopkins como Pryce consiguen generar conversaciones cargadas de peso dramático y pasajes humorísticos incluso, mostrando el costado humano de personajes tan alejados del mundo cotidiano que podrían —en las manos erróneas— parecer personajes de ficción.

Jonathan Pryce es una elección natural para Los dos papas, ya que su parecido físico es increíble. El actor ha contado en numerosas entrevistas que la similitud comenzó a salir a la luz el mismo 13 de marzo del 2013, cuando Internet se inundó de fotografías comparando al papa con el actor galés, a tal punto que el mismo hijo de Pryce lo llamó para preguntarle si había sido electo como papa. Meirelles, el director, cuando se sumó al proyecto se decidió por Pryce tras ver que, al googlear a Francisco, salían numerosas fotos del actor. Pese al parecido físico no fue fácil de convencer, ya que no quería interpretar a una persona real viva, pero tras leer el guión no le quedó otra opción que aceptar, y así interpretar por segunda vez a una personalidad argentina. En 1996, bajo la dirección de Alan Parker, le había dado vida a Juan Domingo Perón en musical Evita.

La producción no consiguió permisos para filmar en el Vaticano así que todas las escenas que transcurren en Roma se crearon mediante sets decorados (incluyendo una increíble reproducción de la Capilla Sixtina) o de forma digital. La mayoría de las escenas ubicadas en Argentina se filmaron en las locaciones reales o en lugares aledaños a los que vivió Bergoglio durante los primeros 20 años de su vida como sacerdote.

Los dos papas es una película que, independientemente del credo que uno profese, es interesante porque retrata un momento histórico único. Si tenemos en cuenta que pasaron casi 600 años desde la última vez que hubo dos (o más) papas en simultáneo (uno emérito, por supuesto) es poco probable que vayamos a ver una situación similar. El film no intenta ser una lección de historia sino que cumple con el propósito de entretener y, por suerte, no cae en adoctrinamientos religiosos. Aparte, es una cátedra de actuación por parte de dos leyendas del séptimo arte, que está disponible desde el 2019 en la plataforma de streaming Netflix.

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