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La alienación parental deja secuelas invisibles pero profundas: quiebra la confianza, destruye vínculos y produce dolores psíquicos de larga duración. Reconocerla y actuar en consecuencia es proteger el presente y el futuro de nuestros niños, niñas y adolescentes.

La Alienación Parental: una Violencia Invisible que Vulnera Derechos Humanos y de la Niñez
La alienación parental es una problemática que, aunque muchas veces negada o relativizada, genera efectos devastadores en niños, niñas y adolescentes hijos de padres separados. Se trata de un proceso de manipulación mediante el cual uno de los progenitores interfiere en la relación del hijo con el otro, sembrando desconfianza, odio o rechazo a través de mentiras, engaños o distorsiones de la realidad.
El Comité de los Derechos del Niño de Naciones Unidas ha sostenido que todo niño tiene derecho a mantener relaciones personales y contacto directo con ambos padres, salvo que ello sea contrario a su interés superior (art. 9, Convención sobre los Derechos del Niño, ratificada por Ley 23.849). Este derecho se conecta directamente con el principio rector de que “el interés superior del niño debe ser una consideración primordial en todas las medidas que le conciernen” (art. 3, CDN).
En Argentina, la Corte Suprema de Justicia de la Nación ha resaltado que los vínculos familiares son parte del derecho a la vida privada protegido por la Constitución y los tratados internacionales. En el fallo G., M. A. s/ guarda con fines de adopción (CSJN, 10/06/2014), se afirmó que el Estado debe adoptar medidas activas para garantizar que los niños crezcan en un entorno libre de interferencias indebidas.
Diversos autores han descrito la alienación parental como una forma de violencia psicológica.
Según Gardner (1985, p. 71), quien acuñó el concepto, “el niño expuesto a la alienación desarrolla un rechazo injustificado hacia el progenitor rechazado, fruto de la manipulación ejercida por el otro”. En la misma línea, Clawar y Rivlin (1991, p. 123) sostienen que “los niños terminan siendo prisioneros de lealtades divididas que fracturan su identidad y su desarrollo afectivo”.
En el ámbito local, Kaufmann (2012, p. 145) destaca que “la alienación parental constituye una vulneración grave de los derechos humanos de los niños, pues les impide ejercer su derecho a una vida familiar sana y plena”.
Por ello, abordar la alienación parental no es solo una cuestión de conflictos familiares, sino una obligación en materia de derechos humanos. El Estado, a través de sus organismos judiciales y de protección de la infancia, debe prevenir, detectar y sancionar estas prácticas, garantizando el derecho de los niños, niñas y adolescentes a crecer en un entorno libre de violencia emocional
La alienación parental deja secuelas invisibles pero profundas: quiebra la confianza, destruye vínculos y produce dolores psíquicos de larga duración. Reconocerla y actuar en consecuencia es proteger el presente y el futuro de nuestros niños, niñas y adolescentes.
Por Marcela Augier
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