Para romper moldes hay que empezar por visibilizarlos. Pero más allá de ello, no deja de ser preocupante que haya bestias sueltas, personas que actúan de manera cruel o brutal, amparados en un contexto que hace culto de la ceguera.
Somos Todas
Uno podría decir que con el advenimiento de la tecnología el mundo ha evolucionado, o tal vez podría decir que ciertos progresos nos han tomado desprevenidos, mientras dormíamos apegados a viejas formas de comunicación. Sin embargo, hoy en día ¿quién no sabe qué es una red social? o lo que es aún mejor o peor (depende desde dónde se mire la cosa) ¿quiénes no son consumidores de lo que allí acontece? o protagonistas de ello.
Como sea, pareciera que lo que ocurre en internet son muestras de la sociedad moderna. La información se propaga a la velocidad de la luz (metafóricamente hablando), y se multiplican “los lentes” de ver de cerca. Y es en ese punto donde me quiero centrar: a nadie se le escapa la muerte de mujeres por parte de hombres; femicidios, que a diario nos golpean como sociedad.
Las estadísticas registran una mujer a diario, además nos cuentan la misoginia que aún nos atraviesa y embrutece. Y digo “nos” porque todos somos parte de la misma comunidad y no hay quien pueda permanecer ajeno a los hechos. A pesar de cumplir 10 años de la lucha “Ni una menos” cuyas premisas fundamentales son denunciar y exigir justicia para las mujeres víctimas de femicidio, si bien se han logrado avances por los derechos de las mujeres; a la vista está que el machismo suma adeptos mientras muchas mujeres desangran. Las estadísticas tienen rostros, nombres, y dolor perpetuo; sería terrible que además se le estuviese sumando indiferencia al avance de comportamientos violentos.
Nadie está exento de que su hija, nieta, vecina, amiga, sea una nueva víctima; razón por la cual no hay discusión que zanjar. Pasar por esta vida también implica tomar conciencia del hoy y la cuestión de género, educar para la vida plena, dialogar, implementar leyes y políticas que nos amparen.
Para romper moldes hay que empezar por visibilizarlos. Pero más allá de ello, no deja de ser preocupante que haya bestias sueltas, personas que actúan de manera cruel o brutal, amparados en un contexto que hace culto de la ceguera para ubicarse del lado del charco que cree que no lo ensuciará o ahogará.
Ni vos ni yo, somos Todas unidas en esta diatriba que rechaza la violencia machista en cualquiera de sus formas o disfraces. Y como decía mi nonna: al que le quepa el sayo que se lo ponga. Es hora de valorarnos en toda dimensión.