En La furia y otros cuentos, publicado originariamente en 1959, abundan estrías, postigos, atisbos, nombres de cosas que permiten ver sin exponernos. Y sin embargo, esta misión extraordinaria de las palabras en pos de las historias –historias que la imaginación proporciona como una memoria enrarecida- no implica tensión alguna ni precipita el caos. Al contrario: es o finge ser una aprensiva custodia de los elementos que componen y distorsionan la realidad o, más modestamente, las apariencias. Al final, el juego de Silvina Ocampo exhibe sin revelarlos del todo los secretos que, en cada uno de los relatos, un mundo convocado y evocado con precisión unísona permite observar, estudiar, pasar por alto. Fruición del lector, felicidad del estilo.
Cristina Eseiza
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