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Los Anarquistas
Milei y Espert: Anarquistas a la Violeta
Los Anarquistas

Con el desarrollo de la segunda revolución industrial y la expansión capitalista que desde Europa se proyecta sobre el resto del mundo, surgen también las grandes concentraciones fabriles y la explotación brutal de los trabajadores que se encontraba desprotegidos totalmente. Entre las distintas doctrinas que cuestionan ese estado de cosas, está el anarquismo. Anarquía no es desorden sino orden natural, dicen sus teóricos. Proponen una sociedad sin clases, sin propiedad privada, sin Estado, sin religión; con el Hombre como centro y una comunidad basada en la autogestión. En Europa ese pensamiento se propagó rápidamente y con los inmigrantes, también arribaron a nuestras playas las ideas anarquistas. Son anarquistas muchos de los organizadores de los primitivos sindicatos clandestinos, junto a las mutuales, las primeras formas de organización obrera en nuestro país. Rivalizan con los socialistas en la captación de trabajadores y desprecian a aquellos por “hacer política” partidaria, ya que no creían en el parlamentarismo considerado una institución “burguesa.”

A partir de 1890, socialistas y anarquistas empiezan a conmemorar el 1° de Mayo; Día Internacional de los Trabajadores. Pero no es un feriado, es día de lucha por las ocho horas de trabajo, entre otras reivindicaciones. La fecha se instituyó en homenaje a los Mártires de Chicago, un grupo de obreros huelguistas ejecutados por la justicia norteamericana. En 1897 aparece en nuestro país el periódico “La Protesta Humana”, vocero de la tendencia anarco sindicalista que proponía la organización de los trabajadores en oposición a los individualistas que repudiaban cualquier forma de organización. A principios del siglo XX se constituye la Federación Obrera Regional Argentina (FORA) que agrupa sindicatos de esa tendencia. Ya entonces el anarquismo realiza importantes concentraciones, como la del 1° de Mayo de 1909 en Plaza Lorea (Congreso).

La misma culmina con una feroz represión ordenada por el jefe policial Ramón Falcón, en la que se registra casi una decena de trabajadores muertos. Las víctimas fueron vengadas meses más tarde por un adolescente ruso llamado Simón Radowitsky, que ejecutó de un bombazo a Falcón y a su secretario. En la Semana Trágica de 1919, el Movimiento alcanzó su apogeo pero también el comienzo de su declinación, ya que la huelga revolucionaria que mantuvo en vilo a Buenos Aires durante ocho días, fue derrotada. Otras ideas como el yrigoyenismo y el marxismo, ya disputaban a los anarquistas su hegemonía en el campo obrero y popular.

En las décadas de 1920 y 1930, tienen cierto protagonismo grupos que practican una rudimentaria lucha armada y hasta individuos que a veces actúan solos, o con muy pocos acompañantes. Algunos historiadores los llaman anarquistas expropiadores, ya que fieles a su definición de que “la propiedad privada es un robo”, realizan asaltos para financiar sus actividades. Pero la dictadura uriburista golpeó duramente al anarquismo y las cárceles se llenaron de militantes populares. Torturas y fusilamientos completaron la faena. La Guerra Civil Española se llevó también a muchos de los mejores cuadros, y luego emigraron al peronismo no pocos de aquellos activistas. A principios del siglo XXI, la anarquía en nuestro país sobrevivía en algún local memorioso de la FORA en el barrio de La Boca o en pequeños grupos de jóvenes sin mayor incidencia social o política.

¿Anarquismo de derecha?

Al comenzar la década de 1980 la dupla Ronald Reagan – Margaret Thatcher se consideraba abanderada de una presunta “Revolución Conservadora” que ofrecía lo de siempre: achique del Estado, recorte del gasto público, cierre de empresas “ineficientes” y más de lo mismo. La debacle del sistema socialista conducido por la Unión Soviética, reforzó el renacimiento de propuestas como la predicada por el politólogo Francis Fukuyama, que anunciando “el fin de las ideologías” no hacía más que anunciar la hegemonía de una sola y globalizada idea: el liberal – capitalismo a escala planetaria, resurgiendo con los magullones que le asestó el conflictivo siglo XX.

El viejo sistema que algunos comenzaron a llamar neoliberalismo, renovó su ropaje y presentó diversos argumentos que debían encender el entusiasmo de los pueblos: la teoría del derrame, el individualismo emprendedor, negación del rol del Estado como ente regulador en una sociedad moderna y otras ideas que ya en la década de 1950 en Argentina, las predicaba el economista Álvaro Alsogaray y una larga lista como José Alfredo Martínez de Hoz, Domingo Cavallo y otros que hoy, en 2020 siguen empecinados en publicitar una causa que la realidad, que suele ser muy cabeza dura, demolió una y otra vez. Nuestro país que después de la catástrofe económico – financiera de diciembre 2001 creía tener todo asimilado en materia de liberalismo, a fin de 2015 vio a Mauricio Macri hacerse cargo del gobierno nacional. Sus recetas fueron en líneas generales, las tradicionales de la derecha liberal de siempre. Liberación del mercado cambiario, de precios internos, reducción de retenciones en algunos casos y eliminación en otros para exportaciones primarias, colosal endeudamiento externo y otras medidas clásicas. Macri fue derrotado en 2019 por Alberto Fernández de orientación peronista, quien a los tres meses de asumir se enfrentó a la epidemia mundial covid – 19, con su secuela de parálisis económica. A este daño imprevisto y global, se le sumó la herencia de la gestión Macri: una elevada inflación, aumento de la pobreza, desocupación, debilitamiento industrial, desguace del sistema de salud pública y la deuda externa gigantesca cuyos beneficios el país nunca vio. Mientras el macrismo gobernaba predicando las bondades de su modelo a contrapelo de la realidad, un sector minoritario que compartía esas ideas conservadoras pero no simpatizaba con la gestión de Juntos por el Cambio, y decía diferenciarse con otras propuestas, salía a la arena política con la cara visible de los economistas José Luis Esper y Javier Milei. Se identifican como Partido Libertario, Jóvenes Libertarios,

Libertarios Argentina, entre otros. Su experiencia electoral en 2019 no fue feliz, ya que obtuvieron alrededor del 1,4 % de los votos. Abrevan en las fuentes del liberalismo clásico como Adam Smith y Milton Friedman entre los más reconocidos. Descreen de la política pero hacen política moviéndose con soltura en las redes informáticas.

“Recuperemos la libertad”, “Pelear al populismo”, son algunas de sus consignas. Su bandera principal levanta los derechos individuales, que consideran amenazados en nuestro sistema democrático. Consideran al Estado el principal obstáculo para esa sociedad ideal que predican, donde los individuos realizan el intercambio de bienes y servicios a nivel individual. Repudian el sistema jubilatorio de reparto, al creer que cada uno debe hacerse cargo de su vejez, debería llamarse a un plebiscito sobre el aborto, siempre que la abortista pague sus gastos, defienden la portación de armas y la libre iniciativa en todos los terrenos y se consideran librepensadores. El fuerte contenido liberal – reaccionario de las ideas seculares de la libertad económica que endiosa al Mercado y niega el rol del Estado en las sociedades complejas del siglo XXI, es el disco rígido de las ideas básicas de esos grupos. A diferencia de algunas agrupaciones europeas, las locales no se reconocen de derecha ni liberales.

Resumiendo, es una ingenuidad pretender en sociedades de altísima concentración económica con manejo de medios y generadores de valores e ideas, oponer sólo la más estricta iniciativa individual; que paradójicamente, fortalece a quienes impiden el desarrollo personal al negar en la práctica con sus políticas, la igualdad de oportunidades para toda la Comunidad.

Fotos de Tomás Escobar

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