Por Amor al Arte
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Arte y Negación
Kusch expresa algunos conceptos sobre lo que puede ser el arte argentino y americano
Arte y Negación

El clima de las artes plásticas presenta aspectos desconcertantes que solamente pueden ser entendidos por pequeños círculos. Se confirma así su condición de arte para minorías, cuyo comienzo se remonta muy atrás, en el tiempo aunque sea difícil precisar en qué momento el gran público pierde el contacto con las llamadas bellas artes.

Desde la mitad de nuestro siglo las cosas que complican, cuando se pone de manifiesto que las artes pretenden cuestionar su pasado y negar su ubicación dentro de una escala de valores consagrados, problematizando su condición estética. ”En esta perspectiva- dice el pensador italiano Gianni Vattimo- uno de los criterios de valoración de la obra de arte parece ser en primer lugar la capacidad que tenga la obra de poner en discusión su propia condición, ya en un nivel directo, y entonces a menudo bastante burdo, ya de manera indirecta, por ejemplo como ironización de los géneros literarios, como poética de la cita, como uso de la fotografía, entendida no en cuanto medio para realizar efectos formales, sino en su pura y simple operación de duplicación”.

Pero además la obra reacciona contra la prostitución de los medios masivos de comunicación. “El arte autentico a menudo se refugia en posiciones programáticas de verdadera aporía al renegar de todo elemento de deleite inmediato en la obra- el aspecto gastronómico de la obra al rechzar la comunicación y al decidirse por el puro y simple silencio.  Como se sabe es este el sentido ejemplar que Adorno ve en la obra de Becket y que en diversos grados encuentra en muchas obras de vanguardia. En el mundo del consejo manipulado, el arte autentico solo habla callando y la experiencia estética se da como negación de todos aquellos caracteres que habían sido canonización en la tradición, ante todo el placer de lo bello”. Resulta obligado que la máxima valoración a la cual puede espirar una obra de arte es negar al arte o negarse a si misma.

Por otra parte, los voceros del pensamiento occidental hablan del advenimiento de la posmodernidad. Y en estas circunstancias queda claro que la modernidad constituyó una época en la cual lo nuevo o la novedad fue el valor más apreciado y, a su vez, el fundamento de los demás valores. La posmodernidad, en cambio, se caracteriza por el hecho de que lo nuevo ha perdido su valor. “Parece manifestarse una tendencia según la cual el progreso se diluye arrastrando consigo también el valor de lo nuevo”.

Si ubicamos bien las cosas, la posmodernidad es una forma de la negación y se advierte que los nombres usados para el caso,  como transvanguardia o la misma palabra posmodernidad, no se caracterizan por sus referencias positivas sino justamente por negar lo que antecede. Esta manera de denominar no es habitual en las clasificaciones históricas y culturales, y permite entrever los fundamentos negativos de esta etapa de la cultura occidental.

Las artes plásticas- así como todo otro tipo de cultura- en la Argentina, siempre se han alimentado de las novedades europeas; no es de extrañar, entonces, que se hayan incorporado también las manifestaciones plásticas del posmodernismo en sus distintas variedades o manifestaciones, como la transvanguardia o el arte feo. Pero la característica del posmodernismo es el negacionismo: negar en la Argentina lo que se niega en Europa significar afirmar la negación que se da allá, porque toda imitación es una formación de lo imitado. Se produce, sin embargo, una interesante paradoja. Los movimientos europeos sienten necesidad de absorber energías de su pasado cultural y vuelven a sus raíces y, curiosamente, por imitarlos en ese sentido, hay quienes en la Argentina pretenden volver a los ancestros americanos y encaran un arte americanista. Indudablemente se trata aquí de una moda que pasará cuando surja otra moda.

Hay quienes en su declararon que el ante latinoamericano no existía como tal y que hoy, frente a la nueva situación, proclaman su vigencia. Pero también están presentes artistas de todas las edades que han entrado en una senda autentica y exploran con pies firmes las posibilidades de un arte argentino y americano. Claro que no se trata de una generación espontanea porque el terreno ya ha sido hollado por algunos artistas y pensadores cuya voz se oye cada vez más fuerte.

Florencio Molina Campos

En ese sentido es difícil olvidar a Quinquela Martin, Molina Campos, Policastro, Berni, Torres García, Gambartes, Badil, Vitullo y otros (mucho de las cuales necesiten ser reivindicados) que han constituido la avanzada de esta realidad que crece y se expande.

Entre los pensadores, que no son pocos, recordamos a Marta Traba y a Rodolfo Kusch. Marta Traba preconizaba un arte de resistencia el rechazo de las influencias esterilizanles. Coincide en este aspecto con el filósofo argentino Rodolfo Kusch aun cuando Marta Traba desarrolla su pensamiento desde la crítica de arte mientras que Rodolfo Kusch lo hace desde una visión filosófica.

Kusch abogada por la negación y aparentemente coincide con la negación que describe Vattimo en el arte europeo y en la posmodernidad. Pero son dos negaciones distintas. Mientras la europea proviene del pensador argentino tiene como objeto abrir las válvulas de una cultura autentica. Si lo miramos desde el arte, negar seria suprimir las imposiciones que- como tapas- no permiten que surja desde nuestra interioridad, aquello que realmente nos funda y constituye. Estas tapas son fascinantes y están rodeadas por una aureola mítica difícil de superar porque el arte del hemisferio boreal nos seduce y cautiva. Negarlo, renunciar a él, implica un sacrificio. Y el sacrificio es la condición indispensable para construir el sujeto de nuestra cultura.

Se pregunta Rodolfo Kusch en su libro La Negación en el Pensamiento Popular: “¿Cuál es el significado de no saber el qué en nombre del cual se debe sacrificar uno?”. Claro, una vez eliminadas las obstrucciones no sabemos a ciencia cierta que vamos a encontrar, que va a fluir”.

Retomamos la cita Kusch:

“Quizá no podamos decir nunca” este es el que y verlo concretado como un árbol o una mesa.

Esto está planteado por el Martin Fierro cuando los personajes se dispersan al final del poema, a los cuatro vientos. ¿Es que entonces resulta más importante la dispersión, o sea el sacrificio, que el qué?

El sacrificio en general significa descender adonde no hay luz. Implica la asimilación de lo negativo, la inmersión en lo residual de uno mismo, y uno mismo convertido en residuo para advertir ahí las raíces. Y puede ser motivado por la suposición de que en el fondo tiene que haber una afirmación que no puede lograrse por otros medios. Pero ¿puede uno siempre dispersarse a los cuatros vientos? Porque si la dispersión es la negación del país como cosa, será porque hay fe en lo que se llene. Se tiene la posibilidad, la fuerza de crear muchos más países, aunque este fuera destruido. Es lo que propone el Martin Fierro”.

Sin embargo, es posible sospechar cual es el que del arte que puede realizarse en América, una vez que se hayan roto las compuertas que impiden la libre fluencia que alfo se haya filtrado en las grietas del arte de los americanos aunque su presencia no sea captable para nuestros ojos, educados en las excelencias de una visión europea. Pero crear una visión que nos permita apreciar lo nuestro allí donde existe, no es tarea solamente del artista sino de toda la cultura.

Hace setenta años el arquitecto Ángel Guido, que ya seguía los pasos de otros autores americanos, creo una estimativa para apreciar el arte colonial. Las escuelas de Cuzco y de Lima estarían escindidas en una corriente oficial o académica, plenamente imitativa del arte europea y una corriente popular o mestiza, creadora, que habría florecido en circunstancias en que el artista podía eludir la vigilancia oficial. Existe entonces autentica creación en el arte colonial americano. Lo hay en el precolombino. Y también en el arte actual. En algunos casos es necesario descubrirla detrás de la pantalla ocultadora de las formas europeas. Quizá sea preciso crear una estimativa del arte americano.

Portada del Libro
La Negación en el Pensamiento Popular

Así como Guido encuentra en la colonia una corriente oficial y una mestiza, Kusch ve en la Argentina de hoy dos corrientes completamente escindidas. En el prefacio de 1959 a la publicación de sus obras teatrales Tango y Credo Rante, Kusch expresa algunos conceptos sobre lo que puede ser el arte argentino y americano y dice:

“Pueblo y arte se conjugan naturalmente, pero nuestro arte es un arte sin pueblo. Estamos a horcajadas sobre un pueblo deformado vitalmente, frustrado por las experiencias y la soberbia de unos pocos que creen ser el país.

El otro arte, el que creemos valido y universal, no es más que un arte marginal que hace nuestro buen burgués, un arte menor en el cual se puede incluir también a los que en viejos odres formales vuelcan el contenido americano.

Pero para un gran arte se necesita al pueblo. Nuestra América no tiene arte porque no expresamos a nuestro pueblo. Y no lo expresamos porque no hemos comprendido aun que nuestro pueblo no es la pequeña clase media, sino el desarrapado de los suburbios de nuestras capitales, el mestizo y más allá el indio. Todos ellos no tienen su arte oficial y se expresan subversivamente en la baguala, el tango, el sainete o el futbol. Son las formas de un arte del escándalo y de la insolencia, desenvuelto en el plano de nuestra miseria de espíritu y de bienes en que vivimos todos, y que tratamos de superar con la última novedad francesa o inglesa.

Con un pueblo, así, el arte, el gran arte, ha de ser feo y caótico, porque repta a ras de tierra como las lagartijas y las serpientes. Y ese es el arte que debemos realizar sin mezclas tímidas ambiguas. Es el arte de la insolencia y de la lealtad. Y solo poniendo la voluntad en esa lealtad tendremos un arte grande. Porque ¿Qué es belleza y forma sino un tipo de fealdad y caos llevado al plano universal?

En La negociación en el pensamiento popular, de 1975, el mismo Kusch ubica en una zona todavía desconocida para el pensamiento conceptual el que de nuestra cultura. Afirma, en cambio, la existencia de un abanico de dos posibilidades, que estaría ligado con la indigencia, donde hundiría sus raíces lo argentino” por la misma razón de que solo vivir ya es indigencia y porque una autenticidad cultural no puede darse sino con la indigencia humana en general”

Para terminar vuelvo a citar a Kusch porque considero que es un pensador que debe ser difundido:

“Una cultura americana no he de consistir en ver alguna vez en cuadro y decir que ese cuadro es americano. Lo americano no es una cosa. Es simplemente la consecuencia de una profunda decisión por lo americano entendido como un despiadado aquí y ahora, y por ende, como un enfrentamiento absoluto consigo mismo. La cultura americana es ante todo un modo: el modo de sacrificarse por America”.
Crisis – Agosto 1986 – Por Abraham Haber

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