Tango y Milonga
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Tangos de la Prehistoria Porteña
Arrabal, Inmigrantes, taitas, minas, malevos… milongas, tangos andaluces, habaneras y músicos
Tangos de la Prehistoria Porteña

Tango Eran los de Antes, los de la Prehistoria Porteña
¿Existe algún fecha precisa que indique aquí nace el tango? No hay una respuesta concreta, ni afirmativa ni negativa, pero podríamos suponer que el año 1880 es el momento clave; es la caída de Carlos Tejedor, y con él la cauda del “provincianismo”, en su lucha por evitar que Buenos Aires se transformase en la Capital Federal de la República Argentina. Buenos Aires surge victoriosa de esta situación; ahora es fuerte, ha centralizado el comercio, y el sistema ferroviario. La Argentina tiene como pico de embudo a esta ciudad.

Arrabal
“Barrio fuera del recinto de la población a que pertenece. Cualquiera de los sitios extremos de una población”. Podríamos también dar esta definición al suburbio, pues estamos hablando de un mismo lugar geográfico, pero la diferencia entre uno y otro es muy grande; en el suburbio habita el hombre humilde, pero trabajador; en cambio, en el arrabal habita el malevaje, el lumpen, se vive de otra manera, la humildad no va de lo mano del trabajo, y allí la ley del más fuerte es la que prevalece.

Sur, El Día que me Quieras, El Choclo, Mi Buenos Aires Querido, son algunos de los tangos más conocidos. Claro, corresponden a distintas épocas, todos compuestos con posterioridad a la década primera de este siglo; pero, ¿Qué sabemos acerca de los orígenes del tango, de este ritmo que aún persiste, indestructible, a pesar del paso del tiempo?

Nuestro viaje a través del tiempo nos lleva hasta aproximadamente a mitad del siglo XIX, época en la que aún no existía un estilo musical que distinguiera al Rio de la Plata y su zona de influencia. Por supuesto que no olvidamos los ritmos folklóricos de cada región del entonces territorio de las Provincias Unidas del Rio de la Plata; a lo que hacemos referencia es a la no existencia de un estilo musical creado por habitantes de Buenos Aires o de sus aledaños, con características musicales diferentes de los ritmos convencionales, ya fueran estos folklóricos o impuestos por la lejana Europa.

En esa época. Europa exportaba a las colonias americanas el vals, como el ritmo bailable que “coparía” a los aristocráticos danzantes en los salones de esta tierra. Claro que la pureza del mismo se perdió apenas llegado este a las costas americanas; tales son los casos del vals peruano, con esa forma tan particular de acentuar el ritmo, o el valsecito criollo, con esa cadencia y esa acentuación, influencia recibida del vals peruano.

Tristeza de Arrabal

De Milongas, Tangos Andaluces y Habaneras
Estos tres ritmos son señalados como los que, en una particular combinación, dieron lugar a nuestro tango. El dos por cuatro de la habanera, la orquestación y la instrumentación del tango andaluz, y algo del estilo dinámico de la milonga. Esta mezcla musical tarda varias décadas en convertirse en este ritmo tan particular y cautivante, de matones y guapos, de malevaje, de suburbio, en fin, ritmo de ciudad, pero de una sola Buenos Aires.

Inmigrantes, prostitutas, matones m conjugados en una misma fantasía que se hizo realidad a medida que pasaba el tiempo y la ciudad no lograba cambiar las costumbres de los arrabales, no podía cambiar las noches de guitarreadas, de cuchillos afilados, de mujeres alegres por unas chirolas. Allí también estaba el alma de la ciudad, en ese arrabal donde se hicieron  sentir los primeros acordes de lo que tomaría cuerpo con el paso del tiempo y de músicos, sin pausa, por esta historia.

En esa época, en los salones de baile, las parejas reprimidas por una sociedad puritana- y por qué no, recesiva- no dejaba paso a la creación de las bailarinas, que aun bailando una mazurca, ni siquiera un valsecito, no podían dar tienda suelto a su imaginación; pero esto ocurría dentro de la ciudad misma. El problema no existía en los arrabales, donde cualquier pareja que intentara una innovación en los pasos de baile, no recibía las miradas desaprobatorias de los concurrentes, sino que era criticada como lo que era: una pareja de creadores en plena labor artística. Porque el tango no es exclusivamente  melodías e instrumentos, sino que también es danza; y la demostración de esto es la cantidad de pasos de baile que ya en ese momento (fines del siglo XIX) existían: ocho, doble ocho, molinete, la quebrada, la corrida, la media luna, la refalosa, la tijera, la estrella, la vuelta del perro, el cuatro, el balanceo, la cepillada, los ganchos, las tocadas, la sentada, la asentada, las boleadas, las cachetadas, el cerrojo, la corrida gabito, el paso cruzado, la rueda, la refilada, el volteo.

Lo de Hansen – Confirmado 08-09-66

La Oposición
No podía ocurrir que el tango irrumpiera en la gran ciudad sin obstáculo alguno, sin siquiera una protesta; obviamente, la prensa fue el medio ideal para hacer oír a la oposición y a los defensores de este estilo musical que escandalizaba por aquellos tiempos a la aristocracias porteña.

José Sixto Alvares (Fray Mocho) en su crítica al tango, decía en Caras y Caretas, edición del 7 de febrero de 1903: “La Memoria del Tango” se ha salvado debido a los Podestá, que la conservan.

Pero la silueta del compadre pendenciero, que lo bailaba se perdió para siempre y apenas avocan sus contornos que se esfuman los pocos sobrevivientes de algún drama sangriento del aquel tiempo. Se fueron los de Alto y Balvanera, con sus pantalones de campaña, su ponchito en el hombro y, en los labios, la insolencia precoz, compañera inseparable de la daga traidora y del taco de aguja que desmenuza el paso y obligaba el contoneo mujeril de las caderas buscando el equilibrio. Este tango de la actualidad- 1903- no es ya un pendón de bandería como entretiempos de alsinistas y mitristas, sino simple entretenimiento callejero de la muchacha ociosa. Y si no asistimos a su ignorada muerte, oímos el fúnebre tañido de la campana que anuncia su agonista”

Estilos, lugares, fechas, pero ¿y los instrumentos? Hacia fines  del siglo pasado, en los arrabales de Buenos Aires ya tomaba forma el tango y con el surgían los tríos orquestales, compuestos por un violín, una guitarra y una flauta. La guitarra hacia la base de los temas, base sobre la cual el violín y la flauta tejían una suerte de improvisación.

¿Por qué estos instrumentos y no otros? La respuesta es simple: los músicos (que tocaban “de oído” debido a que la paga era escasa) debían trasladarse de un sitio  otro en una misma noche, para poder vivir, no decentemente, pero con la esperanza siempre latente de hacer conocer su música en la gran ciudad. Pero en algunos lugares, los tríos se transformaban en cuartetos, pues había un piano que transformaban en cuartetos, pues había un piano que transformaba la armonía del tango, e inclusive fue la causa del surgimiento de dos estilos: ellos dejarían al descubierto las falencias del trio y las virtudes del piano, como por ejemplo la falta de solidez estructural, el escaso nivel artístico de los instrumentistas del trio, y, en cambio , la posibilidad de improvisación y el conocimiento musical de los pianistas, que constituyen a crear un estilo más depurado, más sólido, con mayor calidad artística.

Los únicos lugares donde podía encontrar un piano, eran los prostíbulos lujosos de la época, como la casa de Laura Monserrat, donde actuaba el pianista Rosendo Mendizábal, o en lo de Madame Blanche (francesa) quien contaba con los servicios de Johnny Aragón o María la Vasca, con el pianista suplentes: Camillin, Nocolini, Roncallo, Harold Phillips…

Algunos nombres, algunos títulos surgen con fuerza aproximadamente hacia 1895. Lentamente el tango va penetrando en Buenos Aires. Lo de Hansen, El Tambito, La Fazenda, son lugares tradicionales donde se pueden oír los tríos, entre cuyos integrantes se encuentran El Pibe Ernesto Pozio (violinista), Enrique Saborido (violinista), Eusebio Aspiazu (guitarrista).

Es difícil precisar cuál fue el primer tango. Sabemos que Andate a la Recoleta y El Tango de la Casera son los primeros temas que, titulados, se escuchan en Buenos Aires, pero cabe aclarar que estos tangos no tienen partitura con la cual certifican la veracidad de dicha afirmación; en cambio, El Talar (Prudencio Aragón , 1894), y El Entrerriano (Rosendo Mendizabal, 1897) son los primeros tangos con partitura impresa, pero no son los primeros en ser inscriptos en la Oficina de Depósito Legal de la Biblioteca Nacional (este organismo funciono hasta 1939, año en que se crea el Registro de la Propiedad intelectual); el primer registro pertenece al tango La Rubia, propiedad de Ramón Coll, quien afirma que es el primer tango criollo, lo que no es cierto, ya que en la fecha de su aparición, el treinta de enero de 1911, existían miles de tangos criollos esparcidos por todo Buenos Aires, Europa y América.

Band, Bandonium, Bandoneón
A la orquesta típica de tango le hacía falta un instrumento distintivo, que la diferenciara de los demás conjuntos orquestales. Surge la idea de incorporar el acordeón, usado por los marineros italianos, pero no resulta, porque se elige algo mucho más complicado de usar, afinar, conocer y reparar el bandoneón.

Al parecer, la historia de este instrumento comienza en Europa, en 1830 aproximadamente, cuando un artesano. Chemnitz Herman Uhlig, crea un órgano portátil, para utilizar en los funerales callejeros. Pero este artesano se une a un comerciante, para dar escala industrial a la fabricación de ese instrumento; su nombre es Vertag Band.

La  llegada del bandoneón a nuestro país se produce hacia fines del siglo pasado (1880 posiblemente). Su uso es complicado, su reparación, afinación y conocimiento de forma de aprendizaje para su uso, son desconocidos. Pero con el paso del tiempo se aprende todo acerca del bandoneón, del “alma” de las orquestas de tango.

El fundador de lo que podría no denominar  “dinastía” bandoneonera es Sebastián Ramos Mejía. El Pardo, quien instruye en el manejo del instrumento a Zambrano, Chiappe, Romero, Mazuchelli, Repetto, quienes a su vez enseñaron a Sargento Gil, Máximo El Lomardito, Cipriano Nava, Domingo Villeri, Sebastián Vázquez y Domingo Santa Cruz.

Y ya estamos en 1900, y el tango que se escucha es el que perdurara durante tres décadas, Es épica de importantes acontecimientos, el futbol ya es pasión de multitudes; Mario Gallo filma, en 1908. El Fusilamiento  de Dorrego, Florencio Sánchez estrena en el teatro Comedia su obra M´hijo el Dotor (1903) y un lenguaje muy porteño hace su entrada triunfal en la boca de los habitantes de la urbe: el lunfardo.

Y nuestro viaje a través del tiempo se acerca a su fin, se acerca a lo que todos, o casi todos conocemos sobre tango. Pero aún queda algo.

Es el 24 de diciembre de 1905, Lola Candales, vedette, entona las estrofas de La Morocha, que el año siguiente, 1906, sería llevado al fonógrafo, en la voz de Flora de Gobbi, con letra de Ángel Villoldo y música de Enrique Saborido Morcillo, convirtiéndose en la primera grabación de una música que todavía escandalizaba a los mosquitos.
Nuevo País – Primera Quincena de Marzo de 1984 – Gustavo Rafael Zelener

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