Historietas
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Alberto Breccia
En 1983 dibuja, con guión de Juan Sasturain, a “Perramus”. Recibieron el Premio Amnesty International en 1989
Alberto Breccia

La historieta fue considerada durante muchos años por algunos sectores intelectuales, algo así como un género menor, un divertimento para lectores sin mayores pretensiones. No comprendieron que gran parte de su valor cultural residía justamente, en su capacidad de divertir, entretener. Curiosamente esas críticas contenidistas, nunca alcanzaron a obras que en formato de libro como cuentos o novelas, apuntaban a objetivos similares a los de la historieta. ¿Tal vez por su masividad la historieta recibía tantas críticas?. Sin dudas, los poderosos syndicates de origen norteamericano difundieron por el mundo una serie de clisés que durante muchos tiempo, fueron tomados como modelos obligatorios por guionistas y dibujantes de todo el planeta; pautas que regían desde las onomatopeyas a los argumentos, del tipo de “globito” utilizado a la duración de los episodios. Pero así fue. Y nuestra importante industria editorial no escapó a esos dictados, ya que era usual importar historietas completas de manufactura europea o estadounidense, pese a la cantidad y calidad de artistas locales.

La década de 1940 puede considerarse la Edad de Oro del género, ya que una serie de editoriales nacionales de primera línea dominaron el mercado. Por otra parte, las tiras de historietas en las contratapas de los diarios y los suplementos dominicales, algunos en color, fueron también territorio de las aventuras en cuadritos.

De las empresas más conocidas podemos mencionar a Columba, propietaria de El Tony, Fantasía, D’Artagnan, Intervalo y otras marcas; Dante Quinterno con su personaje estrella Patoruzú y varias publicaciones desprendidas de la idea original; Rico Tipo, que por su creatividad y desenfado marcó la época. También fueron muy populares Pif – Paf; Poncho Negro; El Gorrión; Rataplán; Pimpinela; Bucanero y la abundante oferta de las llamadas “mexicanas” con personajes de Walt Disney, Hanna Barbera y otros comics de origen nórdico. Las fotonovelas, que no eran otra cosa que fotografías de actores animadas con “globitos” y argumentos románticos, junto a las publicaciones infantiles completaban la oferta revisteril del género.

En ese contexto de pujante demanda de artistas gráficos, un obrero de la carne del barrio porteño de Mataderos, comienza a hacer sus primeras armas en el mundo fascinante y prestigioso del plumín, se llama Alberto Breccia. A los tres años la familia abandonó el Uruguay y se instaló en ese barrio también llamado entonces “Nueva Chicago”, por la cantidad de frigoríficos. En 1936 coloca sus primeros dibujos en la revista El Resero. Su talento es reconocido en el medio y comienza a trabajar para El Gorrión, Rataplán, Tit – Bis y el diario La Razón. Abandona su empleo en el frigorífico y se dedica plenamente al dibujo.

En 1938 se define ya su inclinación por el género de aventuras, con una serie de personajes que da vida en la revista Bicho Feo. Pero la popularidad le llega con su desembarco en Patoruzito Semanal, donde dibuja la serie Jean de la Martinica y luego un personaje que durará una década: el policial Vito Nervio.

En paralelo a su actividad en revistas, integra el staff de profesores de la Escuela Panamericana de Arte, junto a Hugo Pratt y otros célebres maestros del dibujo artístico y de historietas. En 1956 da vida a Pancho López, personaje humorístico con guión de Abel Santa Cruz, pero es 1957 el año en que comienza a trabajar con el mayor argumentista que diera el género en nuestro país: Héctor Germán Oesterheld. La flamante Editorial Frontera fundada por Héctor y Daniel Oesterheld, convoca a talentos como Alberto Breccia, Hugo Pratt, Francisco Solano López, Del Castillo y algunos más que mediante las páginas de las revistas Hora Cero y Frontera, provocarán el salto de calidad más trascendente de la historieta argentina. Los argumentos del prolífico guionista y los vigorosos trazos de Pratt y Breccia, producen el milagro. La obra más destacada de esa etapa creada por la dupla Oesterheld – Breccia, es Sherlock Time, en cuyos trazos ya se adivina el Breccia definitivo que no cesará de asombrar a sus lectores, en cada aventura gráfica que inicie. Las revistas de Frontera en las presentaciones semanal, mensual y Extra, se venden por decenas de miles en cada edición.

Luego seguirán siempre en ese medio, otros personajes legendarios como el “escriba” de la Segunda Guerra Mundial, Ernie Pyke y el inolvidable Mort Cinder, publicado entre 1962 y 1964.

Simultáneamente, dibuja para la publicación británica Fleetway.

En 1968 junto a Héctor Oesterheld y su hijo Enrique, publica La Vida del Che y en 1970 Evita – Vida y Obra de Eva Perón; ambas obras censuradas por la dictadura de Juan Carlos Onganía; recién en 2002 y con el sello de Doedytores, ésta última publicación pudo llegar a los kioscos. En 1969 el semanario de actualidad Gente, encarga a Oesterheld – Breccia, una nueva versión de la obra máxima de nuestra historieta: El Eternauta. Dicho trabajo había aparecido desde 1957 en las páginas de Hora Cero, dibujada por Francisco Solano López.

La nueva versión sufre algunos cambios argumentales, con una mirada que muchos consideran más “política” que la versión original. Los rasgos de los personajes y detalles de los cuadros apenas esbozados y siempre jugando en brutales contrastes de claroscuros, como se apreciará en toda la obra siguiente de Breccia, no conforman a los lectores de esa revista y la dirección pide a los autores que finalicen el trabajo “apurando” el final, de lo que pudo ser la obra maestra definitiva del género en nuestro país. Unas pocas páginas de ese Eternauta majestuoso sobrevivieron a la exigencia editorial.

En 1973 la revista italiana Il Mago da a conocer ”Los Mitos de Cthulhu”, una adaptación de H.P. Lovecraft realizada por Breccia con guión de Norberto Buscaglia; también adapta para historieta algunos cuentos de Edgard A. Poe. Un año más tarde, junto a Carlos Trillo publica el policial “Un tal Daneri” y luego con el mismo guionista, “Nadie” (1977) y “Buscavidas” en 1981.

En el medio pasaron otras cosas. Algunas tremendas. Una de ellas fue el secuestro y desaparición de Héctor Germán Oesterheld y casi toda su familia, a manos del terorismo de Estado en 1977.

Breccia siguió su camino y en 1978, la Editorial Récord publica “Breccia Negro”. Se trata de un libro en tapa dura con una selección de historietas aparecidas en Hora Cero y algunas adaptaciones de literatura clásica, como “La gallina Degollada” de Horacio Quiroga.

En 1983 dibuja, con guión de Juan Sasturain, a “Perramus”. Dicha obra hace a ambos artistas, merecedores del Premio Amnesty International en 1989.

Breccia continuó trabajando en los años que siguieron. En 1991 dibuja una adaptación del siniestro“Informe sobre Ciegos”; una parte de la novela “Sobre Héroes y Tumbas” de Ernesto Sábato. También crea acrílicos para la película “El Viaje” (1992) de Fernando Solanas, ya que la pintura siempre fue una de sus pasiones.

Falleció el 10 de noviembre de 1993. Como justo reconocimiento y por iniciativa de la Asociación Argentina de Dibujantes, desde entonces el 10 de noviembre se conmemora en nuestro país, el Día del Dibujante.

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